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Miqui Puig: “Seguiré cometiendo locuras y siendo inmaduro”

Fue primero famoso por ser el líder de Los Sencillos y después al casi inmolarse como jurado de un ‘talent show’. Ahora es, básicamente, feliz

Sentado sobre un trípode que para sí lo quisiera (y no para su apellido) nuestro fotógrafo, Miqui Puig posa para ICON con polo Le Coq Sportif.
Sentado sobre un trípode que para sí lo quisiera (y no para su apellido) nuestro fotógrafo, Miqui Puig posa para ICON con polo Le Coq Sportif.Gianfranco Tripodo

Sí, ha pasado casi una década, pero Miqui Puig (L’Ametlla del Vallès, Barcelona, 1968) sigue siendo aquel que cita a sus amigos a cada rato, el coleccionista compulsivo (unos 12.000 discos en su casa), que se declara fan antes que artista, el chaval de L’Ametlla que ha alcanzado su sueño adolescente de “estar todo el puto día manoseando canciones, ya sea componiendo, produciendo a otra gente, pinchando o para la radio”. Y, sobre todo, el músico que, junto a su banda L’Agrupació Cicloturista, mantiene un orden de prioridades que consiste en “rock, comer, bicicletas y vermús; a no ser que llevemos tres días de gira, en cuyo caso igual queremos antes que nada beber sin sed”.

¿Le molesta que se hable de este disco como "el regreso de Miqui Puig"? ¡Me hace hasta ilusión! También me han llamado "histórico". La sensación es muy chula, todo el mundo está siendo muy amable, cero agresivo. Lo cierto es que iba con unas expectativas muy rebajadas. Las del perrito apaleado.

Ya desde la portada del disco afirma mirar las cosas desde la barrera. Es un poco no poder empujar como antes, no poder dedicar todos los esfuerzos. Con 20 años la energía es una, comes hamburguesas y te fundes todas las dietas en libros y en discos. Ahora ya no pretendo una gira de 200 fechas, ni petarlo. La idea es hacerlo lo mejor que podamos, pero sabiendo que hay un límite y ese límite es físico y vital.

Madurez, lo llaman. Creo que es conformismo, pero no el conformismo del perdedor. Más bien pensar: “Estoy aquí, es lo que soy y no pretendo estar bailando hasta las siete de las mañana, ni de reenganche, ni en un after”. Es una madurez de tiempo y espacio. Nací en el 68 y este es mi bagaje. Seguiré cometiendo locuras y siendo inmaduro.

"Cuando estoy triste, hay dos cosas que me calman: comprar discos y cortarme el pelo”

Tengo la sensación de que aquel 'talent show' en el que participó, 'Factor X' (en 2007), no le ayudó en su carrera. No sé si me perjudicó. Vi que algunas cosas no cuadraban, pero no lo sé. La televisión es como es, y yo ya sabía dónde me metía, pero fueron unas circunstancias de mi vida. Si tuviera una familia con viñedos o me hubiera casado con una rica no estaríamos hablando de esto ahora.

Otra letanía que se repite mucho cuando se habla de usted: “¡Los Sencillos deberían ocupar un lugar mejor en la historia musical nacional!”. No sirve de mucho pensar en eso. Cuando me dicen: “Es que tú tendrías un programa en la BBC”, siempre digo que trabajo en un área de influencia, que es la española, y que no puedo quejarme. Tengo casa, coche, moto, familia, amigos y hago lo que me da la gana. Si a los 18 me hubieran hecho firmar un papel diciendo: "¿Quieres estar dentro de 30 años dedicándote a esto?"… Porque dedicarse a esto ¿qué es? ¿Ser famoso, grabar hits cada dos años? Yo hago mi propia industria a mi ritmo.

En este disco ha desarrollado más que nunca su faceta de escritor. ¿Se ha planteado escribir algo? Siempre.

"Tengo casa, coche, moto, familia, amigos y hago lo que me da la gana. No puedo quejarme"

Entonces esa no es la pregunta. ¿Se va a atrever? Es el puto miedo, el bloqueo. Soy un tío tan acojonado en muchas facetas de mi vida que eso me da pavor, mucho pudor. Me aterra ofrecer algo vacío. Pero pienso mucho en hacer una biografía a través de prendas, que una prenda hilvane una historia, contar por qué iba así vestido.

Si le doy a elegir entre renunciar a ir impecablemente peinado, a llevar unos bonitos calcetines a juego o a lucir unas gafas maravillosas, ¿qué le duele menos? Las gafas es lo que menos me importa, pero el pelo es una obsesión. Audrey Hepburn iba a Tiffany’s porque decía que allí nada malo le podía ocurrir; pues a mí cuando estoy triste hay dos cosas que me calman: comprar discos y cortarme el pelo.

¿Qué preferiría ser: negro o rico? ¡Negro! [Pausa dramática.] Ahora, negro y rico ya tiene que ser la polla. [Risas].

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