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educación
Tribuna
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Por qué tu hijo no puede ser la estrella de la familia

Nadie tiene el derecho ni la posibilidad de vivir continuamente en una burbuja donde la vida es perfecta

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En muchas familias hay un problema que es fácil de percibir, pero difícil identificar. Hay familias que están dirigidas por los hijos, a pesar de que estos no tienen el conocimiento, la experiencia ni la responsabilidad para solucionar problemas si algo sale mal. Aún así, y con todo su cariño y amor, la familia sigue las órdenes de los hijos con sonrisas en sus caras pero con miedo bajo la piel. Esta es una situación relativamente común hoy en día por una variedad de razones. Algunas son:

Es fácil que los padres quieran construir una burbuja para proteger a sus hijos y evitarles todo el dolor, miedo o dificultades, y construir un mundo paralelo en el que los niños estén alejados de todo lo feo, lo malo, lo triste o lo difícil. Pero la vida no es así. Nadie tiene el derecho ni la posibilidad de vivir continuamente en una burbuja donde la vida es perfecta.

Cuando estamos, como padres, tan enfocados en la experiencia de nuestros hijos, estamos retrasando su desarrollo. ¿Por qué? Porque, desde el principio de los tiempos, llegamos a este mundo solos y salimos de este mundo también solos. Y el tiempo entremedias está bajo nuestro control, para lo bueno y para lo malo. El desarrollo del niño siempre depende de la motivación que tenga para avanzar. Un bebé no puede andar si no tiene las ganas y el tiempo de caerse muchas veces. Pero con tiempo y práctica, ambos completamente bajo el control del niño, este finalmente puede manejar su equilibrio, los músculos de las piernas y coordinar sus movimientos para empezar a caminar.

En el momento en que nuestros hijos notan que estamos siempre preocupados por su felicidad, su comodidad, su visto bueno, y/o su éxito, van a estar mucho menos inclinados a buscar sus propias soluciones, hacer sus propios trabajos o sentirse responsables de sus propias vidas. Al final, no tienen ninguna razón para esforzarse si saben que estamos ahí para lo que ellos quieran, en todo momento.

Un buen ejemplo es un bebé de ocho meses que no puede dormir por la noche y se despierta tres o cuatro veces, llora hasta que los padres le cogen en brazos y juegan con él o le dan el biberón/pecho para que se vuelva a dormir. Este bebé ha aprendido que necesita a uno de los padres cerca para sentirse seguro y volver a dormir. No sabe que este poder reside dentro de su propio cuerpo porque nunca tuvo tiempo de practicar y aprenderlo. Los bebés de ocho meses normalmente pueden dormir unas ocho horas seguidas porque su tripa es lo suficientemente grande para procesar las calorías que necesitan en esas horas. Si se despiertan, los bebés pueden distraerse solos hasta dormirse de nuevo. Pero los padres, con toda la mejor intención del mundo, piensan que su bebé tiene dolor, miedo, hambre o un problema que ellos tienen que solucionar. El bebé es la estrella de la casa. Es imposible que un bebé aprenda cómo dormir por la noche si los padres se sienten obligados a solucionar todos los posibles problemas que surjan.

Obviamente, nuestros hijos necesitan supervisión suficiente para garantizar su seguridad, necesitan comida suficiente y saludable para su crecimiento y necesitan apoyo para saber que la educación es importante para su futuro. Es absurdo pensar que los niños no necesitan la ayuda de los padres. Pero con límites. Desde el momento en que estamos pensando en crear un mundo perfecto para ellos, estamos limitando su libertad y sus probabilidades de tener éxito. Los hijos tienen que sufrir las pequeñas dificultades durante la infancia para prepararse para el mundo tan exigente en el que vivimos todos los días.

Al poner a los hijos en papeles secundarios vamos a permitirles desarrollarse plenamente. Van a aprender cómo luchar por lo que quieren, valorar lo que tienen y van a saber que no son más especiales que los demás. Aprenderán esto porque se habrán tenido que esforzar. Es nuestro trabajo permitir que los niños ganen y pierdan muchas pequeñas batallas para que finalmente puedan aprender cómo ganar la guerra.

Deanna Marie Mason PhD. Experta en Paternidad Proactiva. Apoyo profesional para la familia moderna

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