‘Finis’
El arte de Sánchez Ferlosio es un juego racional que nace de la indignación y te deja boquiabierto
Regocijo indudable, pero también tristeza da la aparición del cuarto y último volumen de ensayos de Rafael Sánchez Ferlosio. Lo primero, por el placer de leer una tras otra hasta seiscientas páginas de impecable castellano y constatar en cada una de ellas que el juicio del escritor, siempre a redropelo, puede expresarse del modo más elegante. También tristeza, claro, si nos percatamos de que es el último. No porque peligre el autor (el cual, afirmamos, está en perfectas condiciones según diría un vendedor de coches), sino porque no se le ve animado a ir a por el quinto volumen. Como en el Quinto Sello, hay algo ominoso en esa cifra. Recordarán ustedes que al abrir el quinto sello quedaron a la vista las almas de los muertos por causa de la palabra de Dios. A lo mejor en el quinto volumen de Ferlosio culebrearía un nido de víctimas de la palabra humana.
Él ha repetido muchas veces que escribe sólo por indignación y aunque esa pasión se ha degradado desde que es materia prima de los mercaderes de la rabia, en Ferlosio siempre ha sido una pasión sintética. Su juicio va de un polo al contrario y quiere que entendamos lo integrales que son los opuestos. O, mejor dicho, que sólo mediante opuestos se construye nuestra sumisión. Hay muchos pares en el cuarto Ferlosio: educación e instrucción, publicidad y limosna, producción y consumo, destino y carácter. Combates que confirman nuestra fatal escisión.
Este fabuloso volumen es un libro sabio. Quizás por eso el autor le puso un título imposible: “QWERTYUIOP”. Son las letras de la primera línea de todos nuestros teclados. Un azaroso juego de signos regido por la más pura racionalidad. Parece una definición de su arte: juego racional que nace de la indignación y te deja boquiabierto.
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