Los Invernaderos Reales de Bélgica se abren al público tres semanas
La construcción 'art noveau' forma parte del entorno del palacio de Laeken, residencia de los reyes de los belgas
Los Invernaderos Reales de Laeken, una de las joyas del patrimonio cultural de Bélgica, abrieron este viernes al público sus puertas para que sus visitantes disfruten, únicamente durante las próximas tres semanas, de la plenitud de la primavera entre flores y árboles de todos los rincones del mundo.
Bajo esta construcción de estilo art noveau, que data de finales del siglo XIX, se encuentran exuberantes plantas procedentes de países tan alejados de Bélgica como Australia, México o Brasil.
Este complejo de invernaderos forma parte del terreno en torno al Palacio Real de Laeken, cuya construcción se remonta a finales del siglo XVIII.
Ideado en un principio como residencia de verano de los soberanos de los Países Bajos, María Cristina de Austria y el duque Alberto de Sajonia-Teschen, el castillo pasó a manos de Bélgica cuando el país consiguió su independencia en 1830.
El segundo rey de los belgas, Leopoldo II, buscó convertir el Palacio Real en un gran centro de conferencias y ceremonias en el que poder recibir a mandatarios extranjeros y decidió en 1868 confiar en el arquitecto Alphonse Balat para construir unos invernaderos.
En 1874, Balat, maestro del icónico arquitecto del art noveau Victor Horta, comenzó a diseñar una serie de estructuras monumentales de hierro y cristal conectadas por galerías cubiertas y coronadas por cúpulas con claras vistas al cielo de Bruselas.
Tras la muerte de Balat en 1895, los arquitectos Henri Maquet y Charles Girault concluyeron el trabajo empezado más de 20 años antes y que fue, en su momento, la máxima expresión de las nuevas técnicas de construcción que se habían desarrollado durante todo el siglo XIX.
Pese a la historia que recogen estos edificios acristalados, la Casa Real no ofrece visitas guiadas a los turistas, que son libres de seguir su propio ritmo para visitar tanto los exuberantes invernaderos como sus alrededores, desde los que se puede apreciar, entre otros puntos de interés, la torre japonesa que forma parte del Museo del Extremo Oriente de Bruselas.
Una vez dentro de los invernaderos, sorprende la variedad de orígenes de la flora que la familia real belga ha atesorado durante más de 120 años, con ejemplares procedentes de los cinco continentes.
Paseando, los visitantes pueden encontrar desde un pequeño invernadero dedicado exclusivamente al cultivo de azaleas y otro en el que solo se encuentran camelias hasta las grandes estructuras en los que las palmeras llegan al techo y las plantas tropicales trepan por las paredes de cristal, en una atmósfera húmeda y cálida.
"No le podría decir cuántas hay, son miles y miles de variedades de especies distintas. El rey Leopoldo II estaba fascinado por la botánica y era también un coleccionista de plantas", explicó el portavoz de la Casa Real de Bélgica, Pierre-Emmanuel De Bauw.
En busca de una de las colecciones más llamativas del continente, el monarca contó con los botanistas y biólogos más destacados de la época e incluso trajo especies nuevas de sus viajes al extranjero.
Si bien ninguna de las plantas que se encuentran hoy en los invernaderos son originalmente de la época de Leopoldo II, la Casa Real asegura que muchas de ellas proceden de semillas de entonces, con lo que podrían considerarse "descendientes directas".
Desde hoy y hasta el próximo 5 de mayo, las puertas de los invernaderos están abiertas para que tanto los amantes de la botánica como todo aquel que disfrute con la naturaleza puedan visitar la colección de plantas del segundo monarca de la historia de Bélgica.
"¿Por qué solo tres semanas en la primavera? Porque en este momento del año las plantas y las flores dan el máximo a los visitantes", señaló De Bauw, quien agregó que la apertura de los invernaderos durante este periodo fue un "deseo expreso" de Leopoldo II.
Durante el resto del año, un equipo de quince jardineros se encarga de mantener la colección en perfectas condiciones para que, en torno a la celebración de la Pascua, más de 100.000 personas puedan pasear bajo la exuberante colección de flores, plantas y árboles de los invernaderos reales belgas.
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