De la cocina al recibidor... o a la bici
Un ingeniero aprovecha utensilios en desuso para construir una bici
Admiro a mi marido por muchas razones. Le admiro, por ejemplo, porque es capaz de darle siempre una nueva vida al trasto que a mí me parece ya inservible. Yo soy más bien cuadradita. Si un tiesto ha sido un tiesto con planta verde colocado en un estante de la cocina desde que llegó a casa, me parece inimaginable que pueda mudarse de sopetón al recibidor para convertirse en el recipiente donde dejar las llaves sin planta ni verde ni nada. Pero cuando lo veo allí, en su nueva vida y nueva instalación, me digo que tengo mucha suerte de vivir con alguien así, alguien capaz de ver «más allá».
Alguien como el ingeniero de diseño Sean Miles, quien ha construido una bicicleta totalmente funcional a base de ensamblar los artículos de cocina menos usados en el Reino Unido como batidoras o licuadoras. La bicicleta biónica, por llamarla de alguna manera, está ya en uso y se utiliza para realizar repartos en Londres. La noticia me la trae Deliveroo, una empresa de origen británica e instalada en España desde el 2015, que propone poner en contacto a particulares y empresas con restaurantes de su zona para encargar comida a domicilio.
Deliveroo encargó recientemente una encuesta sobre los hábitos de los españoles en relación con su cocina y los utensilios. Leo sin asombro que la cocina española acoge una media de 30 utensilios. Si multiplicamos esta cifra por el número de hogares españoles (unos 18 millones) nos sale el total escalofriante de 540 millones de utensilios de cocina. ¿Necesitamos tantos cachivaches para preparar la comida?
Soy de la opinión de que la cocina es, como el baño, otro ámbito de nuestra vida donde el consumismo desaforado ha campado a sus anchas estas últimas décadas. La cocina y el baño pasaron de ser espacios necesarios de uso a objetos de «disfrute y lujo». Había que remodelar la sala de baño para instalar las griferías de última generación y también había que rediseñar la cocina y equiparla con electrodomésticos y utensilios de alta gama. ¿Va a saber mejor la mayonesa si utilizo una mega batidora en vez del minipimer de toda la vida?
La encuesta revela qué utensilios tenemos (o hemos heredado) y utilizamos poco o poquísimo. Encabezan el top ten de los más olvidados el rodillo, la tostadora y el mortero. Es cierto que en su día yo «heredé» rodillo y mortero. No puse en entredicho incorporarlos a mi cocina pero la verdad es que no recuerdo haberlos utilizado nunca o casi nunca. Pero qué bonito era el mortero en tonos verdes y amarillentos.
Es curiosa una pregunta que formula la encuesta: ¿en qué utensilio de cocina querría convertirse usted? Las respuestas son tan asombrosas como la pregunta. Aparentemente los españoles deserarían reencarnarse en horno, en batidora o en cuchara. A saber por qué. No vamos a entrar en especulaciones. Y también interesante me parece otro dato: según la encuesta el 24% de los españoles convertiría su cocina -por la que van perdiendo interés- en un vestidor. Oséase, nos sobran los trastos de la cocina porque según parece la pisamos cada vez menos. Pero en cambio nos interesa ganar espacio para almacenar ropa. ¿Es eso una buena noticia?
Me quedo con la idea inicial: es fantástico tener la iniciativa de deshacerse de cosas que nos parecen hoy por hoy inservibles y darles una nueva vida. No tenemos por qué almacenar trastos por el mero hecho de que nuestras madres y abuelas siempre los tuvieron a mano, o porque alguien nos lo ha regalado o porque no sabemos qué hacer con ellos y dejamos por desidia que se vayan cubriendo de polvo. Poner orden en cocinas, baños y armarios es una manera muy buena también de renovar el espacio de casa y de «redecorar nuestra vida» a coste casi cero. Un tiesto de la cocina puede convertirse como por arte de magia en un pote para las llaves y una licuadora más muerta que viva puede resucitar en bicicleta.
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