_
_
_
_
LA PUNTA DE LA LENGUA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El revoltijo “LGTBfobia”

Esta amalgama de mayúsculas y minúsculas se puede sustituir por un término con mejor morfología

Álex Grijelmo
Manifestación a favor de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en Taipei (Taiwán).
Manifestación a favor de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en Taipei (Taiwán).DAVID CHANG (EFE)

EL PAÍS decidió editar el 5 de mayo de 1996, con motivo de su vigésimo aniversario, un cuadernillo titulado Diccionario de nuevos términos, encartado en El País Semanal. Su redactor jefe, Àlex Martínez Roig, me encargó elaborarlo con la idea de que incluyese palabras que no se usaban aún cuando nació este periódico. Y entre los 166 vocablos que incluí figuraba “homofobia”, término que había conocido meses antes gracias a que Carlos Martín Gaebler, profesor del Instituto de Idiomas de la Universidad de Sevilla, me escribió para sugerirme que lo incorporase al Libro de estilo de EL PAÍS y se escribiera en el periódico. Él alegaba que si existía la palabra existiría el delito.

Le hice caso, y quiero imaginar que eso significó un gran impulso para dar nombre a las actitudes de aversión, odio, rechazo, discriminación o agresión contra los homosexuales.

Desde una mirada purista, la palabra mostraba defectillos. Si analizamos sus cromosomas, no hallaremos ahí el significado “aversión a los homosexuales” sino “aversión a lo igual” (homo-fobia). Pero la alternativa homosexualesfobia no parecía muy periodística; y también jugaba a favor de la propuesta que contásemos con antecedentes como “telenovela” (y no televisionnovela) o “cinéfilo” (en vez de cinematográfilo). Es decir, palabras cuyo primer segmento no se toma como elemento compositivo sino como abreviación: tele no significa aquí “lejos”, sino “televisión”; y cine no equivale a “movimiento”, sino a “cinematógrafo”.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Hoy en día, “homofobia” y “homófobo” circulan sin problemas (exceptuados los problemas que estas actitudes causan). Y con esos precedentes nos llega ahora el término “transfobia”.

Esta reciente aparición me ha recordado a su vocablo antecesor porque aquí se produce el mismo proceso reductivo: desde “transexual” se toma el prefijo trans como equivalente de toda la idea de la palabra original, y se le une fobia para conseguir el efecto ya señalado (en vez de transexualesfobia).

Bienvenida sea, pues, la voz “transfobia” para reflejar del mismo modo esa intolerante aversión.

Esto nos conduce a un tercer vocablo en la serie: “LGTBfobia”, un híbrido de siglas y elemento compositivo que empieza a prosperar con el fin de referirse a la aversión contra lesbianas, gais, transexuales y bisexuales. Pero ¿es necesario ese revoltijo de letras grandes y pequeñas? Creemos que no.

Los bisexuales sufren rechazo por su faceta homosexual, no por su parte heterosexual; y tanto las lesbianas como los gais son homosexuales, así que todos ellos entrarían en “homofobia”. Y como la aversión a los transexuales se designa con la mencionada “transfobia”, eso nos permitiría adoptar un término que puede reunir a todas esas colectividades y superar al citado engendro de mayúsculas y minúsculas gracias a su mejor morfología y fonología: “homotransfobia”: sólo cinco sílabas, frente a los siete golpes de voz en “LGTBfobia”.

Así, “homotransfobia” designaría el rechazo a los homosexuales (gais y lesbianas, y bisexuales en su parte homosexual) y a los transexuales.

Ahora bien, esta propuesta no debe implicar una guerra de términos que, por otra parte, pueden convivir. Debemos combatir el odio a homosexuales y transexuales con palabras que se dirijan contra los intolerantes, pero sin que éstas produzcan a su vez ninguna aversión que las debilite para la denuncia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_