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Morros de altos vuelos

Lockheed L-049 Constellation (1946)
fotografiado en el mismo año en Arizona.
Lockheed L-049 Constellation (1946) fotografiado en el mismo año en Arizona.Nani Gutiérrez

SER UN NIÑO, asomarse por la ventana de la habitación al despertar y encontrarse cara a cara con un helicóptero desde cuya cabina una voz familiar grita “Hora de levantarse, chicos”, debe marcar tu vida.

Con el proyecto Nose Art, el fotógrafo francés Manolo Chrétien homenajea aquel recuerdo de su niñez. El artista ha fotografiado el morro (nose, en inglés) de conocidos aviones con la misma perspectiva que tenía de aquel Alouette (alondra), helicóptero pilotado por su padre –el primer astronauta francés, Jean-Loup Chrétien–, que quedó grabada en su memoria.

Un Dassault Rafale (1986) en 2010 en Bretaña, Francia.pulsa en la fotoUn Dassault Rafale (1986) en 2010 en Bretaña, Francia.

Chrétien creció en una vivienda junto al aeropuerto de las Fuerzas Armadas de Orange (Francia), rodeado de aviones y jugando en hangares llenos de prototipos. Con su cámara, un trípode y subido en una grúa, Chrétien ha robado la mejor sonrisa al lujoso Learjet, al Boeing 737 y hasta al Concorde, cuya supersónica mirada hizo que el autor viviese un momento mágico al contemplar el “fluido diseño” de la nave.

La M.A.D. Gallery de Ginebra (Suiza) expone, hasta el 5 de abril, este trabajo del francés. Tras años contando la historia de la aeronáutica a través de sus texturas y colores, Chrétien propone un vis a vis emocional entre el espectador y los impactantes primerísimos planos de sus amigos de la infancia.

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