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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sin soluciones en Grecia

Atenas y Bruselas ganan tiempo, pero el país se empobrece y los problemas del rescate se han enquistado

Ángela Merkel, canciller de Alemania
Ángela Merkel, canciller de AlemaniaREUTERS

Siete años después, el crash griego que ha llevado al país a un rescate descomunal y a medidas de austeridad restrictivas y empobrecedoras, no solo sigue sin resolverse, sino que da la sensación de empeorar a pesar de la relativa mejora de algunos indicadores. Hay un compromiso de mínimos entre Grecia y sus acreedores: que los equipos técnicos de examen vuelvan a Atenas y que el país acepte medidas adicionales en 2019 como parte de la segunda revisión del programa de ayudas de 86.000 millones. El Eurogrupo ha aceptado que esas medidas adicionales no sean de austeridad, que vuelvan los convenios colectivos y que una parte del superávit primario se dedique a la creación de empleo; pero Bruselas, Fráncfort, el Fondo Monetario y los acreedores saben que nada de esto implica una mejora sustancial de las expectativas griegas.

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El problema que no se quiere afrontar no ha variado en siete años. La economía griega no puede soportar un programa drástico de austeridad, por lo cual sería necesario relajar las condiciones de austeridad. Todos los mercados, acreedores y responsables políticos de Europa saben que Grecia no puede pagar la deuda y que la única solución es una quita; pero fingen no enterarse y se escudan hoy detrás de Angela Merkel, que no puede aceptarla porque tiene elecciones en 2019. Mientras tanto, la pobreza aumenta, los instrumentos monetarios del país se degradan (no tiene acceso directo al Quantitative easing del BCE) y tampoco hay fecha para que se apruebe la revisión del rescate.

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Grecia es un problema que Europa (sobre todo Alemania, que desea implicar al FMI en el rescate) no ha sabido resolver. Probablemente, no puede resolverse en términos de estricta racionalidad económica por los intensos corsés políticos en la eurozona. Pero tarde o temprano habrá que afrontar otro modelo de austeridad y una quita de la deuda si no se quiere caer en la espiral de despropósitos. O en el Grexit.

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