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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

Si te pones, puedes

225.000 firmas contra el despilfarro alimentario en las escuelas

La campaña contra el despilfarro alimentario en las escuelas ha conseguido 225.000 firmas en change.org
La campaña contra el despilfarro alimentario en las escuelas ha conseguido 225.000 firmas en change.org

Hace poco más de un año inicié mi andadura contra el despilfarro de comida en comedores escolares como expliqué en este blog. Como habrán leído últimamente, el tema del despilfarro de alimentos está de candente actualidad. Son muchas las colectividades y personas a nivel particular que han iniciado y promueven actos para evitar el despilfarro alimenticio en diversos sectores.

En mi caso, los comedores escolares, el pasado mes de Octubre di un paso agigantado. ¿Qué es lo que ocurrió? Pues que me personé junto a una chef y a un técnico en Seguridad Alimentaria en el Congreso de los Diputados a entregar las más de 225.000 firmas que durante un año la campaña que inicié en Change.org recopiló. Además, viajamos con más de 100 “croquetas ilegales” que se elaboraron con un excedente de alimentos que en lugar de acabar en un cubo de basura, acabaron en los estómagos de políticos, transeúntes y periodistas. Fue una ocasión de oro para explicar a miembros de diversos partidos políticos y a la mismísima Presidenta del Congreso el porqué de dicha petición. La buena predisposición que mostraron y el interés hacia esta inapropiada práctica habitual, hace que las expectativas sean muy buenas y da empuje para seguir trabajando en ello.

Según un estudio piloto para la medición y reducción del desperdicio de alimentos en comedores escolares realizado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el mapa educativo de España únicamente en Enseñanza Primaria, está formado por 2,8 millones de alumnos distribuidos en 13.915 centros educativos. De dichos alumnos almuerzan habitualmente en el colegio 770.519. Si éstos desperdiciasen 100 g. cada día de alimento la cantidad total de todo el curso académico (9 meses, 20 días por mes), sería de 14.000 toneladas métricas de alimentos desperdiciados. Escalofriante ¿verdad? Este acto tiene un impacto social, ambiental, económico y ético. Ético y moral, diría yo. Un centro escolar, centro transmisor de valores por excelencia, no puede permitir dar ese “ejemplo”. En cuanto al impacto social, un breve ejemplo: en el año 2015 en Lleida capital se aprovecharon más de 9.000 raciones de comida procedente de 6 centros escolares. Sólo en una de las capitales de este inmenso país.

A la espera de esa ansiada modificación de la Ley de Seguridad Alimentaria que por su ambigüedad, hace que tirar alimentos ya manipulados sea la vía más fácil para eximirse de responsabilidades, perdamos el miedo, tengamos más predisposición y por descontado hagamos las cosas correctamente con las máximas garantías de salubridad y aprovechemos uno de los tesoros, que, aunque parezca contradictorio, pierde más valor día tras día.

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