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Un emprendedor osado, visionario, innovador. Un valiente que no desaprovecha las oportunidades de mejorar el nivel de vida de su prole. Un individuo que presenta todas las características del hombre exitoso. ¿Hablamos del último ejemplo de genio forjado en los centros de trabajo de Silicon Valley? En absoluto, porque a todas esas definiciones hay que sumarles la de “una persona con un nivel de inteligencia por debajo de lo normal”, según los médicos. Y más adjetivos: incompetente, desconsiderado, alcohólico, negligente. Homer J. Simpson es, a priori, el ejemplo de lo que no hay que hacer, aunque los creadores de la mejor serie televisiva del siglo XX (según la revista <i>Time</i>) idearon un personaje con muchas más aristas de las que parece a simple vista. Esta es una reivindicación a la <i>Homer way of work</i>, modelo de trabajo del que se puede aprender mucho más de lo que imaginamos. “Es un hombre hecho a sí mismo que conjuga los ingredientes principales del triunfador”. Así definen al personaje Fernando Montero y Rafael Galán en su libro <i>La empresa según Homer Simpson</i>. Y los autores no se basan únicamente en acciones aisladas, sino que han logrado encontrar cientos de argumentos para sustentar ese título de “modelo a imitar”. Lo cierto es que a lo largo de las casi treinta temporadas que la serie lleva en antena, Homer ha dado muestras más que suficientes para poder ser reconocido como un patán insensato, pero también como un emprendedor incansable. Y todo, ¿con qué objetivo? Con el de “incrementar sus ingresos para no verse desprestigiado ante su vecino, Ned Flanders”, asegura Juan Pablo Martín Correa en <i>Detrás de los Simpson</i>, pero también con el ánimo de procurar una vida más cómoda para los suyos. Y eso es lo que le hace verdaderamente loable. Así consigue Homer Simpson convertirse en un ejemplo de emprendedor moderno.
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No es una broma: el ejemplo perfecto de emprendedor, según los expertos, es Homer Simpson

Su osadía le ha llevado a embarcarse en cientos de negocios siempre teniendo por bandera un radical desprecio por el peligro y un ningún temor al fracaso. ¿No es esta la fórmula del éxito?

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