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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gürtel no es el pasado

El Partido Popular sigue evitando dar explicaciones sobre sus casos de corrupción

Francisco Correa, cabecilla de la trama Gürtel, ayer en Valencia.
Francisco Correa, cabecilla de la trama Gürtel, ayer en Valencia.MÓNICA TORRES

El Partido Popular dejó transcurrir su congreso sin abordar apenas el debate del que huye desde hace años. Empujado por unos escándalos de corrupción que minaron la confianza de los españoles en la política, Mariano Rajoy intenta dar por amortizadas todas sus consecuencias. Sin embargo, el encarcelamiento de los principales empresarios de la trama Gürtel, encabezados por Francisco Correa, muestra el primer efecto directo de los escándalos y avisa de que no solo es un caso de presente sino de futuro, a causa de la considerable cantidad de sumarios abiertos y problemas como el de los papeles de Luis Bárcenas con la presunta contabilidad b del PP nacional.

El caso Gürtel no es un viejo asunto que los tribunales irán administrando al margen de la vida política, sino una trama tentacular que no se habría desarrollado sin el oxígeno aportado por muchas personas en el PP. La credibilidad solo quedará restaurada cuando desde dentro del partido se establezca un relato de las razones por las que se permitió la apropiación de caudales públicos a través de métodos ilícitos. En Alemania, Reino Unido e incluso Francia, los dirigentes están alerta para que no pasen ciertas cosas. Y cuando ocurren suelen actuar enseguida. En cambio el PP —y no solo este partido— ha seguido el camino contrario: resistirse a reconocer los hechos y, cuando la acción de fiscales y jueces es imparable, aceptar dimisiones de cargos públicos o silentes bajas de militancia.

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Todo lo que simboliza el caso Gürtel también tiene consecuencias políticas. Los juicios y sentencias frenan o condicionan los acuerdos a medio y largo plazo con un Gobierno que se apoya solo en 137 diputados. Ya no hay bloqueo político en España, pero sigue sin restablecerse una corriente de confianza hacia un partido que intenta construir una burbuja judicial en la que aislar sus problemas de corrupción.

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