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Marie Schott, la intimidad entre algodones

La francesa Marie Schott es la CEO de la firma Etam.
Silvia Hernando

CUALQUIERA DIRÍA que la vida de Marie Schott discurre entre algodones. No tanto porque reciba excesivas atenciones –más allá de las que van incluidas en su puesto de CEO–, sino por los productos que fabrica la empresa que dirige y donde pasa la mayor parte de su tiempo, la marca de lencería Etam. La ejecutiva llegó a la firma francesa en 2011, cuando fue designada tras su paso por Undiz, la filial para jóvenes de la multinacional Etam Déve­loppement, que también posee la marca 1.2.3. Desde entonces, ve pasar los días entre braguitas y sujetadores, aunque cuenta que en su equipo hay quien lo lleva aún más al extremo que ella. “Hay gente que se podría pasar semanas enteras hablando de encaje”, se ríe, “pero es porque son unos apasionados del tema”

Después de inaugurar en Madrid y Granada las últimas de las 4.400 tiendas con las que la compañía ha llevado su French liberté a más de 50 países, Schott respira aliviada ante el desenlace feliz de uno de los muchos compromisos que ha ido cumpliendo a lo largo de 2016. Este pasado año se ha conmemorado el siglo transcurrido desde la creación de la casa, que en el primer semestre declaró unas ventas netas de 633,8 millones de euros y unos beneficios brutos de 364,6 millones. Para celebrar el saludable crecimiento de la modesta corsetería que nació en Berlín en 1916 (aunque enseguida saltó a París, de donde viene su inspiración chic) hasta el gigante en que se ha convertido, prepararon una espectacular colección con guiños al tricolor de la bandera gala y encajes hechos a mano, que presentaron en septiembre en un desfile plagado de estrellas a la manera del show de su rival Victoria’s Secret. Poco después mostraron en París los trabajos que comisionaron a 13 artistas internacionales en torno a los temas de la mujer y la independencia, una iniciativa solidaria impulsada en colaboración con su musa desde 2009, la top Natalia Vodianova.

Dos diseños de la colección primavera-verano 2017.

“Desde que llegué, he querido introducir más moda, más glamur en las colecciones”, explica Schott. Vestida con un cómodo traje de chaqueta y unas zapatillas de deporte, la directiva llama la atención por su aspecto juvenil. A sus 43 años, relata con un musical acento francés cómo su día a día consiste en moverse de acá para allá, siempre con una maleta en la mano. “En China tenemos muchas instalaciones, por lo que visito constantemente las fábricas. También hago viajes de inspiración a sitios como Nueva York. Y, sobre todo, invierto mucho tiempo en las tiendas, escuchando a trabajadores y clientes para conocer qué es lo que realmente necesitan”.

Toda esa atención prestada le ha servido para saber cosas como que hoy día “un sujetador no es lo mismo que hace 10 o 15 años. Ya no es solo funcional o sexy. Es parte de la ropa, una tendencia”. Schott también ha comprendido que la innovación no radica solo en los materiales o el diseño, sino que además resulta crucial primar “la experiencia en la tienda o en Internet”. De ahí proyectos como los nuevos espacios en Madrid y Granada (España es uno de sus mercados clave) y propuestas “innovadoras” como la que desarrollaron para su desfile, durante el que se podían comprar online y en directo los productos que se veían en la pasarela.

Los sujetadores de la marca están fabricados con más de 40 piezas.

Tras una temporada de zozobra para la empresa, que en 2004 tuvo que desprenderse de su brazo británico para poder seguir a flote, Etam vive ahora una etapa de reinvención. Creadora de las copas sin costuras o los sujetadores con memoria para la forma, la firma es pura arquitectura de interiores, aunque también tiene una parte de su negocio dedicada al prêt-à-porter. “Mi trabajo es asegurar que somos modernos sin perder de vista a nuestras clientas de toda la vida”, apunta la directiva, subordinada a la gerencia de la familia que posee la mayoría de las acciones de la empresa, los Milchior. “Ellos confían en que el secreto del éxito es un buen equipo”.

Con más de 40 piezas, los sujetadores que fabrica Etam necesitan tiempo para ensamblarse. Pero las imposiciones de un mundo global les obligan a adaptarse. “Queremos presentar productos nuevos todos los meses para ser capaces de reaccionar a las tendencias del mercado”, explica Schott, cuya compañía fluctúa entre dos personalidades: “China y el resto del mundo”. “China es diferente”, subraya. “Entramos allí hace 25 años y desarrollamos marcas de ropa propias, así que esa parte del negocio no es igual. Sin embargo, la lencería es la misma en todo el mundo. Hace un cuarto de siglo no se viajaba tanto, así que lo normal era encontrar artículos distintos. Pero ahora las cosas ya no son así”.

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Sobre la firma

Silvia Hernando
Redactora en BABELIA, especializada en temas culturales. Antes de llegar al suplemento pasó por la sección de Cultura y El País Semanal. Previamente trabajó en InfoLibre. Estudió Historia del Arte y Traducción e Interpretación en la Universidad de Salamanca y tiene dos másteres: uno en Mercado del Arte y el otro en Periodismo (UAM/EL PAÍS).

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