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CLAVES
Columna
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Todos los indicadores de percepción de la corrupción apuntan en la misma dirección: España empeora

Víctor Lapuente
La Audiencia de Madrid arranca la vista por el caso "Guateque", una presunta trama de corrupción municipal en el Ayuntamiento de Madrid,
La Audiencia de Madrid arranca la vista por el caso "Guateque", una presunta trama de corrupción municipal en el Ayuntamiento de Madrid, PACO CAMPOS / EFE

Es la posición que ocupa España en la última edición del indicador de Transparencia Internacional de percepción de la corrupción. Nos superan casi todos los países de la Europa occidental. Y muchos otros que, hasta hace poco, estaban peor que nosotros, como Estonia, Lituania, Eslovenia, Polonia o Uruguay. ¿Qué nos pasa?

Los escépticos dirán que no importa. La corrupción no se puede medir con percepciones. Y tienen parte de razón. Estimar la corrupción que tiene una sociedad es difícil. No podemos basarnos en datos objetivos, como los casos de corrupción o las sentencias judiciales. Que haya más investigaciones puede revelar un aumento de la corrupción o todo lo contrario: que por fin se esté luchando contra ella.

Por lo que, con todos sus problemas, debemos confiar en las medidas de percepción de la corrupción que elaboran organizaciones internacionales, gubernamentales (como el Banco Mundial) o no (como Transparencia Internacional). Y todos apuntan en la misma dirección: España empeora.

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Los optimistas dirán que España mejorará a medida que la economía se recupere. Pero es una falsa esperanza. España empezó a caer en los indicadores de corrupción no durante la crisis, sino en los años del boom. La corrupción no es consecuencia de la recesión, sino un factor que explica por qué unos países europeos sufrimos la crisis de forma más aguda que otros. Nada indica que, en años de abundancia, la corrupción remita. Más bien al revés, el botín a robar será más grande.

Los realistas deben decir que el problema de España no es la posición que ocupa, sino la tendencia que lleva. En control de la corrupción, estamos en una tierra de nadie. Un lugar intermedio entre dos polos de países europeos que, en lugar de converger, divergen. Por un lado, los países bien gobernados de la Europa occidental y algunas estrellas del Este. Por el otro, el resto, con Administraciones capturadas por redes clientelares y corruptas. De palabra, todos nos sentimos atraídos por los primeros. De obra, nos acercamos a los segundos. Si queremos revertir la dirección, necesitamos con urgencia un plan integral contra la corrupción. @VictorLapuente

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