Aprender a no pegarse
Palestina se interesa por el programa de educación para la paz elaborado por la Asociación Mundial de Educadores Infantiles, que se implementará con el apoyo de Unicef
Hay en el mundo 535 millones de niños, casi uno de cada cuatro, que viven en países afectados por conflictos o desastres. “Muchas veces sin acceso a cuidados médicos, educación de calidad o alimentación adecuada”, señala Unicef. Otros muchos, sufren el infierno de la violencia dentro de la escuela, donde son atacados, acosados o maltratados. Pero no es esa, la de la violencia, la lección que deberían aprender los niños en el aula o en la vida. Al menos, no es lo que dice la Convección sobre los Derechos del Niño, que en su artículo 29 señala que los firmantes convienen que la educación debe estar en encaminada a desarrollar la personalidad y preparar al niño para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión, paz, tolerancia, igualdad de los sexos y amistad entre todos los pueblos, grupos étnicos, nacionales y religiosos, y personas de origen indígena.
Con tal finalidad, la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE), con sede en España, creó en 2004 un programa de educación para la paz en los niveles de infantil y primaria. “Sabemos que sin cambios geopolíticos no hay solución a los conflictos del mundo, pero eso no quita que los maestros hagamos algo”, apunta Elvira Sánchez, precursora del proyecto y portavoz de la organización. “Suena utópico, pero creemos que sólo a través de una educación rica en valores tendremos un mundo mejor. Por ejemplo, si se potencia la creatividad desde edad muy temprana, los niños aprenderán a resolver sus conflictos de forma creativa, y no a golpes”, añade.
A diferencia de otros programas educativos para la paz, el elaborado por la AMEI no consiste en dar lecciones, ni siquiera en concienciar o sensibilizar. Trata, sin embargo, de inculcar valores universales “que cualquier padre del mundo querría para sus hijos”, dice Sánchez, a través de actividades prácticas recogidas en una guía para el profesor editada en castellano, inglés, bosnio y que se está traduciendo al árabe. Unicef Palestina quiere que se implemente el proyecto en las escuelas de su territorio, como ya hizo Unicef Bosnia y Herzegovina en 2012. Entonces, la propia Sánchez formó a 300 docentes de aquel país para que conocieran la esencia de su programa y cómo desarrollarlo en el aula. “Aunque es muy sencillo y se puede descargar de nuestra página de Internet (en castellano e inglés), es importante que los maestros conozcan la idea global”, apostilla.
En Palestina, el 92% de los niños entre uno y 14 años dice haber experimentado agresiones psicológicas o castigo físico en el mes precedente a la encuesta realizada por el organismo de estadística palestino. Pero Unicef se ha propuesto acabar con el clima de violencia, al menos, en las aulas. No solo han llamado a la AMEI para probar su propuesta de educación en valores en las escuelas. Sino que además, han llegado a un acuerdo con Finlandia para que el país apoye económicamente con un millón de euros la implementación del afamado programa KiVa contra el acoso escolar.
Valores para la paz
¿Cómo nació y se conformó el programa de educación para la paz de la AMEI por el que hoy se interesa Palestina? “Lo primero que hicimos fue una encuesta para saber qué era la paz para los niños; y para el 82% de los críos era ‘no pegarse”, explica Sánchez. Aunque entre las respuestas de los 1.622 niños de tres a seis años a los que preguntaron en una veintena de países, había algunas “sorprendentes”, dice Sánchez. Para algunos chiquillos en México, la paz era “que no salga sangre”; en Argentina, “escribir una carta a los policías para que metan presos a los que roban”; y “hablar sin gritar” en Gran Bretaña.
La misma pregunta se hizo a un grupo de adultos, la mayoría profesores. Solo para el 9%, la paz era la ausencia de conflicto bélico. Es decir, el “no pegarse" de los niños, señala Sánchez. La mayoría la defendía a través de valores como el amor, la solidaridad, la justicia…
Aquello fue el germen del enfoque del proyecto. Y tras un año de trabajo, ensayos en las aulas y modificaciones, la asociación española culminó su programa de actividades para la educación rica en valores. Un manual de actividades para que los niños de infantil (de cero a seis años) y de primaria después (de seis a nueve) sientan y experimenten el autocontrol, la sinceridad, la amistad, la tolerancia, la paciencia, la autoestima, la curiosidad o la libertad.
El éxito del proyecto ha tenido que ver, según Sánchez, con el cuándo —“porque la educación en valores se tiene que dar cuando estos se forman, en las primeras etapas de la vida” — y el cómo —“a través de la experiencia”—. ¿Un ejemplo? La gratitud. “No es solo decir ‘gracias’, sino sentirla. Y así con los 42 valores que se trabajan en el programa, cuya selección fue fruto de una profunda discusión entre profesores y expertos universitarios, y que son “universales”, indica la portavoz de AMEI. “Ningún maestro o padre del mundo podría estar en contra”, zanja.
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