Un perfil eterno en el cielo para el amante de los pájaros
La instalación de una silueta de David ‘Bird’ Bigas en la alta torre de observación rebautizada con su nombre, culmina el multitudinario y sentido homenaje al estimado ornitólogo del Delta del Ebro
Como los antiguos héroes de la mitología y de manera muy adecuada para un amante de los pájaros, David Bigas ha obtenido un lugar en los cielos. Una silueta metálica con su inconfundible perfil de cabello rizado permanentemente despeinado por el viento y su porte algo tripudo, aferrado a su telescopio, ha sido instalada en la alta torre de observación de Migjorn, sobre la Bassa de l’Alfacada, cerca de la playa y la entrada a la isla de Buda. El gran ornitólogo que unió de manera indisoluble su nombre al Delta del Ebro permanecerá así para siempre en la atalaya haciendo lo que más le gustaba, ver pájaros, en el delta, su patria de elección. El mirador ha sido rebautizado con el nombre de David Bigas de forma que todo el conjunto queda como un permanente homenaje a una persona que amó tanto este paisaje y a sus aladas criaturas.
El sábado a mediodía, cuando se inauguró en la torre la silueta y la placa de Bigas como culminación del multitudinario y sentido homenaje al ornitólogo y guarda del parque, algunos de los amigos y compañeros de David Bird Bigas, subieron a la torre con sus prismáticos y telescopios para dedicar la observación, junto a él, al camarada desaparecido. Entre el cañizo y espadaña allá abajo se veían ánades y limícolas, incluido un archibebe, mientras que surcaba el cielo esplendorosamente azul un aguilucho lagunero con ese vuelo que pone alas en el corazón. Muchos de los visitantes del mirador este día tan especial (entre ellos su viuda Azucena Ferré y su hijo Edu) se hicieron fotos abrazados a la silueta de David en un ambiente de enorme emoción. Algún otro prefirió acodarse en el antepecho de la torre y leer como tributo a Bigas unas líneas del clásico El peregrino, de J. A. Baker, una de las biblias de los amantes de los pájaros. “Vio el horizonte manchado de pueblos lejanos; vio el estuario levantar la boca azul plata y mostrar las lenguas de verdor. Y más allá, más allá de todo, vio el brillo rectilíneo del mar flotando sobre la tierra marrón y blanca como una orla de mercurio. El mar, hinchándose como suele, elevaba su tormenta de luz y, atronando, llamaba a liberarse al halcón, encadenado a la tierra”.
El homenaje a David Bigas, fallecido el pasado 30 de agosto, arrancó el sábado por la mañana en el Auditori La Germandat de Els Muntells, localidad en la que Bigas (Torelló, 1968) había acabado estableciéndose tras convertirse en deltebrense de elección. A destacar el cariño de David por esa tierra dedicaron precisamente parte de sus parlamentos los que hablaron en el acto, que reunió a medio millar de personas y dejó pequeño el enorme espacio del auditorio. El alcalde de Els Muntells, Rafel Porres, y el director del Parc Natural del Delta de l’Ebre, Francesc Sisco Vidal, presidieron el homenaje que trató de discurrir por cauces serenos con especial atención a los valores y logros científicos de Bigas, considerado uno de los mejores ornitólogo de campo del país, imbatible en la descripción de un pájaro en mano, pero acabó, como era predecible conociendo la desbordante personalidad de David y el afecto que despertaba, en una contagiosa inundación de sentimiento.
Vidal recordó cómo Bigas comenzó su vida en el delta en 1990 como anillador del Institut Catalá d’Ornitologia (ICO) y que, ya pregonero en la fiesta mayor de Els Muntells en 2017 sintetizó su relación con su tierra de elección con estas palabras: “Como dice mi madre, ‘fill meu, tu ja no ets d’aquí dalt, ets d’alla baix’”. Bigas, feliz Manelic osonense, tenía “diáfanamente clarísimo” que había encontrado en el delta del Ebro su lugar en el mundo.
Sisco Vidal repasó la trayectoria de Bigas en el delta primero como anillador voluntario, luego como Guarda de Fauna del parque, pasando por Agente Rural y luego Guarda de las Reservas de Caza del Delta. Destacó la nobleza de carácter de Bigas, “un amigo de verdad, gran persona que ha dejado su huella en todos”, y su entusiasmo por lo delta, del que se enamoró completamente, donde se sentía como pez en el agua y en el que formó familia y fue feliz. “Nos ha dejado muy pronto”, lamentó en uno de los varios momentos de su parlamento en que no pudo contener la emoción y se le quebró la voz. “Cada uno tiene lo que se merece y David se merece esto y mucho más, mucha gente le quiere. Él estaría abrumado de vernos a tantos aquí hoy”.
El director del parque quiso ponen en valor la figura científica de Bigas y destacó su gran trayectoria como ornitólogo y especialmente como referente internacional en la identificación de paseriformes. Recalcó que “lo sabía todo de los pájaros del delta” y señaló su “habilidad excepcional para contar individuos, como hacía con las bandadas de correlimos que no paran de moverse en las marismas de la Punta de la Banya, o los millares de patos de los Calaixos de Buda”. También apuntó su capacidad casi sobrenatural para detectar rarezas. “Era una referencia para mucha gente, que le preguntaban cosas como ‘David, he visto una marinera, un avefría, en junio, ¿es raro?’ Él te lo ponía todo en contexto. Sabía quién había visto qué, cuándo, dónde y con quién iba. Era habitual señalar: ‘Si lo ha dicho David…’. Solo los maestros te dan esta seguridad, eso es sabiduría”. De las 11 especies de aves que solo se han visto en España en el delta, algunas únicamente las había observado él.
Como parte del homenaje se presentó la monografía Llista patró dels ocells del delta de l’Ebre edició 3.0, la utilísima checklist actualizada de los pájaros de la zona en la que trabajaba Bigas al morir y que firman él y Antoni Curcó. El estudioso y amigo de Bigas explicó el alcance e importancia de la obra tratando de llevar el acto a lo más estrictamente pajaril, como el feliz repoblamiento de polla blava (calamón común) de que da fe la lista. Tras Curcó, José Luis Copete, otro de los grandes amigos de Bigas, recordó a este con una serie de fotos y anécdotas impagables, incluida la ocasión en que impresionó con su conocimiento de los limícolas a dos eminencias como Killian Mullarney y David Sibley en el Delta Birding Festival del 2022, o la cara que puso otro genio emplumado, Lars Svensson, al saber que David había examinado a mano ¡más de 25.000 ruiseñores bastardos! Copete, que evocó a Bigas pajareando en el jardín de un bar de Torelló además de en el Cáucaso o China, contó también cómo el ornitólogo, que era el testigo de su boda, llegó tarde a la ceremonia, rasgo típico de David, aunque eso sí vistiendo americana por única vez en su vida (que se sepa).
El homenaje, lleno de nostálgicas presencias, incluida Ciara Escoda, la alondra de los pajareros, enfiló su final con el sobrino de Bigas, Martí Rullo interpretando al saxo una sentida versión del nunca más oportuno Cant dels ocells. Y concluyó con la proyección de un conmovedor audiovisual con entrañables fotos de la vida del ornitólogo, tanto cocinando como anillando flamencos, acompañado por el Mediterráneo de Joan Manuel Serrat —”enterradme sin duelo entre la playa y el cielo”—.
Larger than life, como se suele decir, David Bigas era de esas personas excepcionales que parecen llenarlo todo alrededor y no dejan indiferente a nadie. Auténtico, bon vivant, alegre, generoso y hospitalario, entregado a una vida sencilla y natural sin grandes ambiciones (nunca escribió el gran libro de las aves del delta que solo él podría haber realizado) tenía un lado cabezota y obstinado y era capaz de encapotarse a veces como el cielo del delta. Pero lo suyo es recordarlo con su amor a la vida y su ternura silvestre, llevándote en coche cuando otros te habían olvidado, señalándote maravillas aladas con su voz de carajillo y prestándote generosamente sus valiosos binoculares Swarovski nuevos, uno de sus escasos lujos, que uno no le dejaría ni a su padre. David permanecerá en el mirador que ahora lleva su nombre. Pasarán las estaciones, vendrán y se marcharán los pájaros, incluso puede que el propio delta se sumerja un día en el mar, y él seguirá allí. Y no lo olvidaremos.
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