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INFORME ESTADO MUNDIAL DE LA POBLACIÓN 2016

La doble vida de una niña de 10 años

La escuela, el instituto, un trabajo, elegir marido, tener hijos deseados... Este deseable recorrido vital de toda adolescente tropieza con obstáculos que amenazan su futuro

Alejandra Agudo
Aditi tiene 10 años, es de Bangladesh y quiere ir a la universidad.
Aditi tiene 10 años, es de Bangladesh y quiere ir a la universidad.UNFPA

“Mi único deseo es… visitar lugares bonitos de la India y viajar a América”. Lo dice Aditi, una niña de 10 años cuya historia recoge el informe Estado de la Población Mundial del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) presentado este jueves en Madrid. Todas las mañanas, antes de ir a la escuela en el pueblo de Noyakata, en Bangladesh, Aditi hace los deberes. Después del colegio, cuida de su hermana pequeña mientras su madre trabaja. Su comida favorita es el pescado hilsa. A ella y a Shumi, su compañera de clase, les gusta leer libros juntas. Aditi tiene la esperanza de ir a la universidad algún día. Pero, ¿tendrá el futuro que desea? Y, como ella, ¿verán cumplidos sus sueños y derechos los 60 millones de niñas de su misma edad en el mundo?

La vida de Aditi, como el de todas las niñas que hoy tienen 10 años en el planeta, está a punto de cambiar. Si les espera un porvenir maravilloso o un infierno dependerá de dónde nazcan, las decisiones que ellas tomen, pero sobre todo las que adopten sus familias, los Gobiernos de sus países e incluso la comunidad internacional. “Todas las pruebas sugieren que las chicas sanas que hayan recibido una educación contribuirán a un mayor crecimiento económico, una productividad agrícola más elevada, tasas inferiores de mortalidad materna e infantil, familias más pequeñas y más capacitadas, una menor prevalencia de VIH y malaria, un mayor número de mujeres en puestos de liderazgo, y una mayor resiliencia ante las crisis y el cambio climático, por mencionar solo algunos de los beneficios”, citan los autores del informe.

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¿Serán los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la agenda que guiará la acción internacional hasta 2030, capaces de cambiar el futuro negro que vaticinan las estadísticas para muchas de ellas? “En muchos sentidos, la trayectoria vital de una niña de 10 años será el verdadero criterio para medir el éxito o el fracaso de la Agenda 2030”, llega a decir Babatunde Osotimehin, director ejecutivo del UNFPA, en el texto.

Cuál sea la situación de millones de Aditis en 2030, cuando tengan 25 años, será el examen final de la agenda que todos los países acordaron cumplir en septiembre de 2015 en la ONU. Pero ellas no tienen tanto tiempo, no pueden esperar a que las maquinarias legislativas, las ayudas internacionales o un cambio de mentalidad global respecto al papel de la mujer en la sociedad, se pongan en marcha. Cada día que pasa, las amenazas a su futuro soñado son más numerosas, advierte el UNFPA. “A partir de los 10 años, dan el paso de la niñez a la pubertad. Y ese será el eje articulador de su existencia. Su primera menstruación es un cambio dramático. A partir de ese momento biológico, muchas pasan de ser niñas a esposas en matrimonios forzados, otras serán víctimas de la mutilación genital, o tendrán que abandonar la escuela porque dentro de sus familias ese paso significa que tienen que asumir las tareas domésticas”, ha detallado Luis Mora, responsable de derechos humanos y cultura de UNFPA en la presentación del extenso documento.

Consulta aquí el gráfico de dos vidas muy distintas en función de la ayuda y educación recibidas por una niña de 10 años.
Consulta aquí el gráfico de dos vidas muy distintas en función de la ayuda y educación recibidas por una niña de 10 años.David Alameda y Alejandra Agudo

Discriminadas antes de nacer

En el mundo, se estima que hay 125 millones de niños de 10 años, de los que 65 millones son varones y 60 millones de niñas. El 89% de todos ellos, viven en las regiones menos desarrolladas del planeta. Y más: uno de cada cinco nació y crece en uno de los 48 países menos adelantados del mundo. La mitad, en Asia y el Pacífico, incluidas India y China.

La diferencia entre el número de niños y niñas es prácticamente cero en la mayoría de países. Salvo en India y China –“y algunos países del Este”, apostilla Mora–, donde hay 112 y 117 varones por cada 100 chicas. Esto se debe, explican los autores, a una preferencia por los varones que propicia prácticas (casi siempre ilegales) como la selección prenatal del sexo, es decir, abortar cuando es femenino.

La adolescencia, una carrera de obstáculos

Nacer en un país rico y desarrollado aumenta las oportunidades de que una niña vaya a la escuela, después a la secundaria e incluso a la universidad, consiga un buen trabajo, viaje, encuentre una pareja de su elección, se case, tenga hijos cuando quiera. O decida no tenerlos. Pero no es así para los 35 millones niñas que tienen 10 años y viven en países con elevados niveles de desigualdad de género, según el Índice de Desigualdad de Género.

En un par de años, cuando Aditi tenga 12, debería empezar su educación secundaria. Pero puede que abandone. Muchos niños y aún más niñas, acabarán en este momento su formación si no lo han hecho antes. Son 32 millones las que están en edad de asistir al colegio y no están siquiera matriculadas. En todas las regiones menos adelantadas, excepto América Latina y Caribe, ellos superan en número a las chicas en el instituto. Un ejemplo: en Etiopía, donde hay 2,6 millones de menores y la proporción de sexos es mitad y mitad, solo seis niñas por cada 10 varones cursan secundaria. A escala mundial, África subsahariana presenta las disparidades más pronunciadas entre los géneros en materia de educación: en la región viven el 55% de los niños sin escolarizar del mundo y el 52% de los adolescentes. En Bangladesh, Aditi tiene casi las mismas probabilidades de continuar que de no hacerlo. Solo el 55% de las jóvenes pasan de ciclo.

Cada año que una niña pase en la escuela representa un 10% más de ingresos cuando se incorpore al mercado laboral Luis Mora, UNFPA

Las que abandonan, la mayoría de las veces contra su voluntad, lo dejan para poder trabajar, casarse o cuidar del hogar. Las familias más pobres suelen primar la educación de los hijos varones, y la educación de sus hijas deja de ser una “inversión rentable", señala el UNFPA. Aunque no estudien y se encarguen de las tareas del hogar, empiezan a ser consideradas un gasto. Concertarles un matrimonio pronto se convierte en una salida ventajosa. No solo se emancipan, sino que allí donde se practica la dote, esta es menos costosa cuanto más joven es la novia. Cada día, 47.700 menores son forzadas a contraer matrimonio. Una de cada siete mujeres entre 15 y 19 años está actualmente casada, una de cada tres si se observan solo los países en desarrollo. La región de África Occidental y Central tiene la mayor proporción de sus jóvenes en esta situación (27%), seguida de África del Este y Sur (21%) y Oriente Medio y Norte de África (14%).

Y la experiencia predice que, tras la boda, abandonarán la escuela, se quedarán embarazas muy pronto, con alto riesgo para su salud y muy probablemente sufrirán violencia doméstica. “Hay 700 millones de mujeres en el mundo que fueron obligadas a casarse siendo niñas”, ha subrayado Luis Mora. “Además, es posible que sean víctimas de la mutilación genital femenina como rito iniciático”, añade el texto este a la lista de dramas. En muchos países –“y no solo africanos”, matiza Mora–, la tradición establece que una chica tiene que haber pasado por la navaja para ser considerada una verdadera mujer y pueda contraer matrimonio. El estigma de negarse es todavía demasiado fuerte y los padres prefieren el corte a la humillación.

Cada día, 47.700 menores son forzadas a casarse

Erradicar estos enlaces tempranos y la mutilación genital femenina son metas del Objetivo 5 de la Agenda 2030. Supongamos que los esfuerzos por conseguir tales retos evitan que los padres de Aditi le concierten un matrimonio. A lo mejor, algún organismo internacional les ofrece transferencias de dinero a cambio de que su hija continúe en la escuela o una ONG les convenza con la evidencia de un futuro mejor. Y Aditi, a la que le gusta mucho leer y goza de buena salud, empieza la secundaria. “Cada año que pase más en la escuela representa un 10% más de ingresos cuando se incorpore al mercado laboral”, destaca Mora la estimación de los investigadores. Aprenderá, además de las materias habituales, temas relacionados con su salud sexual y reproductiva, muy útil para que en 2030, cuando tenga 25, decida si quiere tener hijos y cuándo. Y conozca los distintos métodos de los que dispone para controlar la maternidad.

Primer obstáculo superado. Siguiente parada: el trabajo infantil. Puede que Aditi se case o no, pero la probabilidad de que trabaje en el hogar familiar, cuidando de sus hermanos pequeños, e incluso en empleos informales es alta. En el mundo, 168 millones de menores trabajan. Y ellas más.

No solo la pobreza, las tradiciones o la falta de oportunidades discriminan a las niñas. Los datos también lo hacen cuando invisibilizan su labor en las estadísticas de trabajo infantil. Lo que viene dado por la propia definición del mismo. Es considerado trabajo infantil cuando un menor de entre 5 y 11 años trabaja una hora semanal, o aquellos que de entre 12 y 14 años que desempañan una actividad remunerada durante 14 horas a la semana, o dedican 28 horas a labores domésticas, mayoritariamente realizadas por niñas. Esto significa que ellas han de trabajar el doble (tiempo que posiblemente se quiten de estudiar) que un varón para ser consideradas víctimas de esta lacra. Y peor: al ser su ocupación no remunerada e informal, están más expuestas a la explotación.

En Etiopía, donde hay 2,6 millones de menores y la proporción de sexos es mitad y mitad, solo seis niñas por cada 10 varones cursan secundaria

Con esta radiografía del futuro posible, preocupa al equipo investigador la salud mental de las jóvenes. Datos recientes de Unicef revelan que el suicidio es la segunda causa de muerte entre adolescente de 10 a 19 años, y es la primera si se acota el grupo a las chicas entre 15 y 19. La violencia de las que son víctimas, añaden, también es alarmante: cada 10 minutos, se produce una muerte a consecuencia de agresiones machistas. Es, sin embargo, el sida el principal asesino de las menores, advierte la Organización Mundial de la Salud. “Hasta el momento, los esfuerzos internacionales para acabar con la epidemia del VIH han pasado en gran medida por alto a las adolescentes”, subraya el documento. Por eso, dos tercios de las 250.000 nuevas infecciones entre chavales de 15 a 19 años, son chicas.

Pese a los progresos, todavía el 40% de las niñas más pobres no suele gozar de las ventajas de inversión mundial en desarrollo, denuncia el UNFPA. Sobre todo en educación y salud. “Hemos conseguido avances, pero podemos hacer mucho más. La cooperación española ha estado y está comprometida en la erradicación de la violencia de género o la mutilación genital”, ha remarcado en la presentación del texto del Fondo para la Población, Cristina Juarranz, directora de cooperación multilateral, horizontal y financiera de la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo (AECID). España, sin embargo, ha recortado su presupuesto en Ayuda Oficial al Desarrollo en torno a un 70% desde que comenzó la crisis. En educación, crucial para garantizar un porvenir próspero a las mujeres, los fondos han caído un 89%, tal como recoge el informe La realidad de la ayuda de Oxfam Intermón.

Más allá de las carencias en la ayuda aquí o allá y los múltiples obstáculos, si los gobiernos, las instituciones, las comunidades, los padres y los profesores, y la comunidad internacional en general, se toman en serio los Objetivos de Desarrollo Sostenible los próximos 14 años, el futuro de los 60 millones de niñas que hoy tienen 10 años está aún abierto.

La Aditi de 2030 es todavía una licenciada, que viaja por lugares bonitos de India y América con un libro en las manos. Que trabaja, gana dinero y ha abierto una cuenta bancaria. Y goza de buena salud. Entera. Esa es la que ella sueña ser y es posible que sea.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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