A los profesores
Siento darles una mala noticia: quien no tenga capacidad de intimidación no puede ser profesor de adolescentes. La adolescencia es la edad de la insubordinación, y así debe ser. Los adolescentes actuales no son diferentes a los de hace cincuenta años, pero antes se tropezaban con un muro y ahora muchos viven en un ambiente familiar que no les señala los límites. La labor del profesor es algo más difícil: si antes una persona de carácter débil podía explicar sin problemas graves, hoy, en la mayoría de los institutos, eso es casi imposible. Es algo que ningún pedagogo entenderá jamás: los requisitos para ser un buen profesor no tienen nada que ver con la absurda y vacua terminología pedagogista. Son fáciles de enunciar y comprender: conocimientos, claridad expositiva, compromiso y capacidad de intimidación.— Eduardo Cid Sánchez. Pontevedra.
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