Trump se aficiona a los decretos presidenciales
Los republicanos, que criticaron a Obama por utilizar esta vía legal, guardan ahora silencio
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha firmado en su primera semana en el cargo un total de 17 decretos que convierten en leyes sus principales y más polémicas propuestas electorales. En el escenario de cada firma ha estado ausente el mismo Partido Republicano que durante los últimos ocho años criticó cada orden ejecutiva de Barack Obama como un abuso de poder, y que ahora ni siquiera ha exigido poder valorar esas políticas en un Congreso que domina con mayoría parlamentaria.
“El presidente Obama está abusando de su posición para imponer sus políticas a través de órdenes ejecutivas en vez de permitir que se debatan en el Congreso”, dijo el senador republicano y excandidato a la presidencia Marco Rubio tras la aprobación en 2016 de 23 medidas para el control de las armas por parte del mandatario demócrata. “Su frustración con nuestra República y con cómo funciona no le da permiso para ignorar la Constitución”.
En las imágenes que registran cada firma de Trump para la historia, en una escena calculada escrupulosamente y ante una muralla de fotógrafos, le acompaña siempre uno de sus principales asesores, Reince Priebus. Durante su etapa de presidente del Comité Nacional Republicano, Priebus comparó cada decreto de Obama como “una toma de poder ejecutivo” y le acusó de “ignorar” el proceso legislativo.
Trump acaba de dar el mismo paso. A pesar de que el Partido Republicano cuenta con mayorías en las dos cámaras del Congreso, el presidente ha irrumpido en la Casa Blanca con la voluntad de dejar su sello en el poder legislativo sin esperar a que se celebre ni un solo debate parlamentario que presumiblemente le acabaría dando la razón.
Trump empezó por la reforma sanitaria de Obama y continuó con una congelación en las contrataciones de empleados federales, retiró fondos a las organizaciones que promueven el aborto, dio luz verde a dos oleoductos rechazados anteriormente por su impacto medioambiental, a la construcción del muro con México, medidas migratorias con el objetivo de aumentar las deportaciones de indocumentados y el veto a la entrada de inmigrantes musulmanes y refugiados. Así es como ha transformado en leyes, en apenas una semana, sus posturas más radicales y ante la mirada de un Partido Republicano al que ni siquiera ha dejado —ni parece querer— pronunciarse en las Cámaras del Congreso.
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