Vuelve la ceja (y no la que ustedes creen)
Parece que todo cambia, pero, al final, todo vuelve, todo; no tiren nada, en serio, conviértanse en mini Diógenes de su pasado

Parece que todo cambia, pero, al final, todo vuelve, todo; no tiren nada, en serio, conviértanse en mini Diógenes de su pasado. Por ejemplo, vuelve la ceja. No esa “ceja” que junto a pijiprogre, titiritero, rogelio y otros términos detestables arrojaba —y arroja— a la cara de la izquierda el ala rancia de nuestra sociedad. La que vuelve es la ceja ochentera de Brooke Shields. A una joven modelo de ceja poderosa, Natalia Castellar, ahora se la rifan, con lo que le han hecho padecer a la criatura los condenados críos que no están al día de lo que pita en París.
El ‘greige’: gris y beige
Así que con esta vuelta de la ceja capilar, que no sociata, las damas con entrenador personal, cocinera, maquilladora, peluquera, chófer, loquero y chalet en Gstaad siguen creando empleo, y han incorporado un nuevo puesto a su staff: la gurú de cejas personal. Son la última necesidad imperiosa de las damas que decoran en greige, un no color compuesto de gris y beige. Es el tono fangoso del dinero en un mundo decorativo en el que nada está fuera de lugar, tan solo las declaraciones a la prensa de una de sus damas: su objetivo para 2017, hacerse un chalet en Suiza “el doble de grande”. Hay que reconocer que lo de “acabar con el hambre en el mundo” de misses y modelos estaba demasiado trillado, ¿no?
Pisazos por pisitos
Aquí, por el contrario, la tendencia es a la inversa. Los casoplones de lujo en las afueras solo los quieren los jugadores de Primera División. El renacer del mercado inmobiliario apuesta por piso en el centro sin demasiadas cargas. Grande, cuando el dinero viene del cono sur. Un crack del real state resume la tendencia en “cambio pisazo con coñazo por pisito con…”. Terminen la rima ustedes. Todo un giro de tendencia inmobiliaria y existencial.
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