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El polémico entrenamiento extremo que debe hacerse con un médico en el gimnasio

Se llama 'flatline' y el que lo practica debe firmar un documento que advierte: puede provocar la muerte

Sara Navas
Pocos son los que logran superar enteros una tercera serie de 'flatline'.
Pocos son los que logran superar enteros una tercera serie de 'flatline'.Gymbox.com

Antes de empezar este entrenamiento es obligatorio firmar un documento que libera de toda responsabilidad al gimnasio que lo imparte. El documento explica que llevar a cabo esta práctica deportiva puede provocar "discapacidad permanente, accidentes cerebrovasculares, fallos multiorgánicos, lesiones de la columna vertebral, parálisis, ataques cardíacos, hinchazón cerebral e incluso la muerte". De hecho, hay una casilla que si se rellena autoriza a la donación de órganos en caso de muerte. Así es el flatline, el que se anuncia como el entrenamiento más peligroso del mundo.

A lo largo del recorrido se colocan estratégicamente estaciones de oxígeno y cubos vacíos donde los participantes pueden vomitar 

A pesar de que la advertencia, el evidente peligro no es suficiente disuasión. Desde el pasado mes de noviembre, cuando el gimnasio londinense GymBox (en el barrio de dio a conocer el entrenamiento extremo que había creado, son muchos los que buscan poner a prueba el límite de sus capacidades físicas y hacen cola frente al gimnasio. Sin embargo, David Cooper, director de GymBox, advierte: "Ni se te ocurra venir a esta clase si no estás 100 % seguro de que tu cuerpo está capacitado para trabajar al límite de sus posibilidades".

Durante la sesión de flatline están presentes en la sala varios facultativos de urgencias médicas y cardiólogos, preparados para intervenir en caso de emergencia. El entrenamiento, que incluye pesas, mancuernas, cuerdas, flexiones y lanzamiento de piedras, consiste en un circuito compuesto de siete ejercicios de alta resistencia con cinco repeticiones que muy pocos aguantan hasta el final. Escalar una cuerda al techo cuatro veces seguidas, levantar 60 kg de peso sobre el hombro seis veces y correr varios metros sujetando pesas de 40 kg con cada brazo son algunos de los ejercicios que deben completarse en 45 segundos. Entre un ejercicio y otro sólo conceden 15 segundos, que sirven para intentar recobrar el aliento.

Documento legal que libera de toda responsabilidad al gimnasio que imparte las clases de 'flatline'.
Documento legal que libera de toda responsabilidad al gimnasio que imparte las clases de 'flatline'.

"A mitad del tercer ejercicio me di cuenta de que estaba en problemas. Apenas me quedaba aliento. A partir de ese momento, mi corazón perdió la capacidad de recuperarse y antes de que terminara la primera serie estaba acabado. Después de dos series, apenas podía respirar, pensar o moverme. Me caí de rodillas, tragando aire, y me pusieron el oxígeno", recuerda Nick Harding en el Telegraph, uno de los que ya ha probado esta modalidad deportiva en GymBox y ha sobrevivido a la arriesgada experiencia. "Uno de los entrenadores me dijo que incluso un campeón británico de carrera de obstáculos sólo logró completar tres series", añade.

A lo largo del recorrido se colocan estratégicamente estaciones de oxígeno y cubos vacíos donde los participantes pueden vomitar cuando su cuerpo llega al límite de sus capacidades y empieza a fallar. "El objetivo de flatline es probar todos los elementos de fuerza y resistencia del ser humano con ejercicios cada vez más difíciles en un período de 45 minutos", explican en GymBox.

No puede considerarse un ejercicio deportivo porque se salta todas las normas. Luchar contra los mecanismos corporales y llevar a nuestro cuerpo hasta la agonía no tiene sentido

Su nombre -flatline- hace referencia al momento en que el monitor de los hospitales que mide el ritmo cardiaco se queda sin señales de vida. Cuando suena el característico pitido, que tantas veces hemos visto en series de televisión y películas, se dice que está en flatline (línea plana, en español).

"Es el entrenamiento más exigente porque combinamos rutinas de por sí muy difíciles y las juntamos en un circuito que hace que sea casi imposible finalizar la clase", explica el entrenador Firas Iskandarani, uno de los creadores de flatline. La doctora Emma Bradley confiesa en un vídeo distribuido por el propio gimnasio que sufrir dolores en el pecho, falta de aire, vómitos, desmayos o incluso un paro cardiaco son algunos de los riesgos que conlleva participar en este tipo de clase.

Dos facultativos médicos suministrando oxígeno a uno de los participantes.
Dos facultativos médicos suministrando oxígeno a uno de los participantes.

Gonzalo Maganto, entrenador personal que nos acompaña cada lunes en El reto de los 4 minutos, tiene muy clara su postura ante esta nueva actividad física. "Con esta práctica no se tienen en cuenta los parámetros de seguridad que cualquier deporte debe respetar. No puede considerarse un ejercicio deportivo porque se salta todas las normas. Luchar contra los mecanismos corporales y llevar a nuestro cuerpo hasta la agonía no tiene sentido. Sólo conlleva perjuicios para la salud", afirma. "Mejorar la condición física es más sencillo que todo esto, basta con trabajar duro y mantener ciertas pautas que garanticen nuestra seguridad", añade.

El entrenador personal y nutricionista Miguel Naranjo cree que el éxito del flatline va más allá de la búsqueda de una mejora corporal. "Esta es una práctica totalmente innecesaria. Para estar en buena forma no hace falta llevar al corazón al límite hasta el punto de arriesgar la salud y la vida", defiende. "Creo que su popularidad se debe más a un componente emocional. Se trata de una cuestión de ego. Es un desafío que genera rivalidad y ganas de demostrar que podemos aguantar más que otros".

Mientras, en el gimnasio GymBox ya hay lista de espera para probar este entrenamiento extremo.

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Sobre la firma

Sara Navas
Redactora de ICON desde 2016, año en que llegó a EL PAÍS. Es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid y ha escrito el libro ‘La monarquía al desnudo. Del rey que nació en un retrete al soberano playboy’.

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