Un libro que agujerea el espacio y encierra el tiempo


En el cómic Aquí (Salamandra) Richard McGuire le da todo el protagonismo a una casa, al salón de una vivienda. Eso es lo único que permanece a lo largo del tiempo y que va siendo modificado, alterado y repensado por parte de los inquilinos que lo van utilizando, habitando y visitando. Testigo mudo de las relaciones entre las familias, entre las personas y entre los espacios y la arquitectura, el salón es en las páginas de Aquí mucho más que un escenario teatral. Los dibujos de McGuire agujerean las paredes de la casa para abrir la ventana a lo que, en ese mismo lugar, sucedió hace tiempo.
A lo que sucedió incluso cuando no había casa, mucho antes de que la propia vivienda existiera:
McGuire, que tiene su propia línea de juguetes, publicó las primeras páginas de Aquí en la revista Raw. Corría 1989 y el cómic no inauguró el viaje a través del tiempo dentro del espacio cerrado de una habitación. Abrió la puerta a la convivencia de tiempos en una viñeta. Fue capaz de armar una narración dibujada indagando en el antes y después de los dibujos con recursos arquitectónicos capaces de construir espacios comunicantes. Por eso la perspectiva de la estancia que protagoniza este libro, no es espacial sino temporal.
Con la chimenea central como boca y ojos de la sala, la casa de Aquí ve desfilar generaciones enteras y permanece muda y recoloreada, abierta y cerrada, abrigada y expuesta, ordenada y desordenada durante sus horas de ocio, conversación, diversión o dolor. Sin embargo, más allá de la casa muda que, como un río, se transforma y sin embargo sigue siendo la misma, la verdadera protagonista de este cómic es la vida cotidiana. Los pequeños acontecimientos, lo que no se cuenta más que como contexto dan la medida de la vida en la casa dibujada por McGuire.
El salón de fiesta y el salón ocupado por un enfermo. "Nadie domina el arte de vivir. Todo el mundo va dando palos de ciego", dice un tipo que mira la chimenea en 1919 y del que poco más llegamos a saber. Casi tres siglos antes, en 1622 allí había un asno y dos décadas después, en 1930, vuelve a haber un hombre con traje y sombrero mirando la misma chimenea. Sólo que esta vez no dice nada.
Peleas, accidentes, robos y vida familiar. Discusiones y discrepancias políticas de esta familia o la que vivía en este lugar cuando esta casa no existía.
Niños construyendo un fuerte con los almohadones de los sofás, jóvenes eligiendo el nuevo papel de las paredes, ancianos perdiendo el oído, sorpresas, ladrones, celebraciones y maravillosos momentos de soledad. El universo pequeño burgués al completo está encerrado en un libro, en la estancia de este libro que se deja atravesar hacia el pasado y hacia el futuro a la vez.
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