Egipto acelera su rumbo de colisión con Francia
La tesis egipcia de que una catástrofe aérea fue un atentado levanta ampollas en París
En la madrugada del 18 al 19 del pasado mayo, el Airbus A-320 de Egiptair que cubría el trayecto París-El Cairo cayó al mar poco antes de aterrizar. Sus 66 pasajeros —15 franceses— fueron dados por desaparecidos. Ese mismo día 19, y cuando aún no se había encontrado ni rastro del avión, el ministro egipcio de Aviación Civil, Sherif Fathy, rompió toda prudencia exigible en estas tragedias y dijo: “La posibilidad de un ataque terrorista es mucho más elevada que la de un accidente técnico”.
Francia se apresuró de inmediato a decir que nada avalaba esa tesis y recordó que Fathy había sido uno de los máximos responsables de Egiptair, la compañía nacional que se libraría de afrontar las cuantiosas indemnizaciones si se trataba de un atentado y, en cambio, sí las pagaría en caso de un fallo técnico.
Desde entonces, los franceses, y especialmente las familias de las víctimas, asisten atónitos a una escalada pública de tensiones entre París y El Cairo a causa de esa catástrofe con los restos de los fallecidos como rehenes, aún no entregados. En junio, la caja negra del avión mostró que, antes del siniestro, hubo humo en la cabina durante varios minutos. Para Francia, eso reforzaba la hipótesis del fallo técnico.
El Cairo ha vuelto a la carga. La Comisión de Investigación egipcia acaba de decir que se han encontrado “trazas de explosivos” en los restos humanos. “Es una manipulación”, claman los abogados de las víctimas francesas, que recuerdan que no se ha permitido a ningún experto francés acceder a los análisis.
Y ahí llega ahora la cuenta atrás de la colisión entre las capitales. Porque los restos de los franceses, por fin, van a ser repatriados. Y lo primero que van a hacer los expertos es analizarlos con detalle. Los abogados se preguntan: “¿Qué pasará si no hay traza alguna de explosivos? ¿Y si hay y se demuestra que fue añadida después? ¿Y si hay en las bolsas y no en los cuerpos?”.
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