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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

En esta casa no entra el miedo

Anatxu Zabalbeascoa

FOTO: Sandra Pereznieto

Antes de que la arquitecta Rozana Montiel y su equipo trabajaran "con y para" los habitantes de estos bloques de viviendas de San Pablo Xalpa en Azcapotzalco (Ciudad de México) los propios inquilinos habían ido vallando, segregando y colonizando su espacio público. Querían proteger su casa. También ampliarla tomando parte del espacio público común.

Montiel los escuchó. Entendió que lo que buscaban era espacio para la convivencia, los juegos, las fiestas infantiles y las celebraciones particulares. También explicó que muchas macetas suman un jardín. Y que un espacio dividido en metros puede parecer pequeño, pero la suma de esos metros crea una unidad común. Común Unidad se llama este proyecto. En poco tiempo y con un coste equivalente a 118 euros por metro cuadrado, cuenta la arquitecta, de este paisaje de verjas que compone todo un retrato de determinadas relaciones vecinales:

se pasó a este otro:

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Lo mismo sucedió con "el saloncito", el espacio que habían ganado al jardín para organizar los juegos y el estudio de los chavales. De esto:

Se pasó a esto otro:

Montiel, que completó una maestría de teoría y crítica de la arquitectura en la Politécnica de Barcelona, reconoce que este proyecto de rehabilitación del espacio público para una Unidad Habitacional es emocionante. "Lo es comprobar cómo la comunidad de propietarios ahora se conocen, se saludan, se apoyan, cuidan el espacio, lo limpian y se sienten seguros…"

El proyecto acaba de ganar hace una semana el premio a la mejor intervención arquitectónica del año otorgado
por los Premios de la Ciudad de México. La estrategia de Montiel, y de Alin V.Wallach, fue trabajar con las barreras creadas por los habitantes: permearlas, democratizarlas y re-significarlas para generar unidad.

Lo primero que hicieron fue instalar módulos techados "que son más que una cubierta porque sus fachadas están equipadas para diferentes actividades: pizarrones, muros de escalada, pasamanos y redes". Los inquilinos entendieron que el espacio público recuperado se había convertido en una extensión de cada departamento por eso se unieron para contribuir en el rediseño de su espacio compartido: fueron los mismos vecinos quienes solicitaron la remoción de las rejas, "tomaron la decisión de eliminar las barreras y aprovechar sus espacios exteriores llenándolos de vida pública y común", explica la arquitecta. Han aparcado los miedos. Y han ganado un jardín.

 

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