Ocurrencias
A pesar de los 4,3 millones de parados y una tasa de desempleo del 19%, el Gobierno se saca un conejo de la chistera: que la jornada laboral finalice a las seis de la tarde. Esta iniciativa se ha convertido en la noticia estrella y ha suscitado comentarios que aplauden el intento de compatibilizar el trabajo con la vida familiar. Buen intento, pero no deja de ser una ocurrencia solo posible con cambios sociales más profundos que los necesarios para reducir la tasa de paro. Creo que los fuegos artificiales deben quedar para las fiestas.— Alberto Fernández. Marbella (Málaga).
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