Peridis, el humor que ha congelado la historia
PERIDIS ACABA de publicar en Espasa un libro de historia: sus tiras de EL PAÍS. Desde que empezó el periódico, el arquitecto y dibujante ha contado qué pasa en España minuciosamente, como un orfebre medieval que pintara los sucesos de cada día, no con sangre sino con sensatez y con un humor que prevalece porque no hiere sino que insinúa, cuenta, subraya. Esta es la conversación completa de la que se publica un extracto en la edición de papel de El País Semanal. Hemos dejado la conversación íntegra, incluido el tuteo que, como saben los lectores, prohíbe el Libro de Estilo. El Libro de Estilo también aconseja preguntas cortas. Los lectores sabrán disculpar que esta entrevista tenga el aire de una conversación: hablar con Peridis, este hombre tan generoso como locuaz, no consiste en preguntarle, consiste en acompañarle con la sorpresa que produce hallar a alguien tan buen conversador, tan sabio y tan tranquilo.
"La primera virtud al sentarme delante de la tira de papel en blanco, no es la imparcialidad, es el distanciamiento".
Nunca has abandonado la categoría de humor, nunca has derramado una lágrima ni soltado una carcajada, siempre has estado acompañando lo que ocurre con una mirada extraordinariamente compasiva, con lo que refleja tu alma. Tienes toda la razón, yo salí ya con una mirada. Cuando llevé mis dibujos a Informaciones, a los pocos días me llamo Jesús de la Serna para decirme que quería conocer a la persona que había detrás de los dibujos. Quizá esa es la razón de que yo apareciera en EL PAÍS. Detrás de mis dibujos siempre ha habido una persona que ha tratado de ser coherente en la vida y ha mirado a los personajes de la política como personajes de historieta, pero también sabiendo que tenían un alma. Yo he puesto un poco de mi alma en mis personajes y por eso hay una continuidad. Es una mirada benévola, compasiva, incluso a veces comprensiva, tanto para las víctimas como para los que no son las víctimas, los agentes o causantes de tanto dolor porque al final ellos también son víctimas de su propio odio y de su fanatismo.
EL PAÍS nace en el momento histórico en el que dimite Arias Navarro. Tú te enfrentas a eso con un homenaje a Charles Schulz diciendo: ‘Con lo que está pasando, esto es lo que se le ocurre a Peridis’. ¿Cómo fue? Viendo un día a Carlitos, un personaje entrañable, me di cuenta de que si le ponía los pelillos de Arias, las cejas de Arias y un bigotito eran iguales. Cogí un cómic de Snoopy, le puse un bigotito encima y me salió Arias Navarro.
Los dibujos están hechos con la actualidad encima. Obviamente habría indignación por tu parte, sorpresa, estupor, porque todas las cosas que ocurrían entonces producían estas sensaciones. Sin embargo hay como una serenidad en el relato. Ciertamente. Por una razón, cuando trabajas para un periódico te leen un millón de personas, lo que haces tiene una influencia porque ese periódico tiene mucha influencia y tienes que cumplir estrictamente el distanciamiento. Te tienes que distanciar de tus emociones. El caso más claro es cuando se produce un atentado, salen unos insultos feroces en la radio o en las tertulias, pero el insulto no tiene nada que ver con el humor. La primera condición que tengo que ejercitar, la primera virtud al sentarme delante de la tira de papel en blanco, no es la imparcialidad, es el distanciamiento, dibujarlo como si hubieran pasado cuatro años.
¿Cómo lo logras? Eso es el humor. Me parece que Freud define el humor como la compasión ahorrada, el odio ahorrado. En el humor tienes que dejar a un lado todas tus pasiones, igual que el actor que sube a un escenario, yo tengo que actuar como un humorista y mi obligación es hacer poesía de la inteligencia (que es como se define el humor), distanciándome. Es un ejercicio permanente, hay veces que te afecta muchísimo, puede que estéspasando por un drama personal pero lo tienes que dejar fuera. Nadie notará cuál era mi estado de ánimo cuando hacía unos dibujos u otros, en ese momento tengo que ser un cirujano.
En ese sentido tú eres un periodista. Te agradezco que me lo digas porque mi trabajo en EL PAÍS, a diferencia de otros dibujantes, es periodístico, va con la noticia. Tengo que entregarlo antes del cierre todos los días y sobre algo de actualidad.
¿Es lo que te encargaron? Creo que sí, porque enseguida me pusieron con la noticia como ilustración. Mi dibujo es una ilustración pero que se anticipa, que esclarece, que da otro punto de vista y que pone humor en una actualidad a veces cruel, triste, desoladora, descorazonadora. Sin embargo, mi obligación como humorista es levantar el ánimo, echar una luz, una mirada comprensiva, compasiva pero clarividente.
¿Cómo se te ocurren? Cuando me pongo a trabajar dejo otras tiras a mi alrededor. Primero pienso qué quiero decir sobre una noticia y cómo quiero interpretarla porque yo interpreto esa realidad y esa noticia día a día, en caliente. Si antes de hacerla tengo horas por delante me olvido y dejo que trabaje el inconsciente para que el inconsciente me proporcione las imágenes que van a resolver ese enigma que me planteo.
“Mi tarea es ponerle humor a una actualidad a veces cruel, triste, descorazonadora”.
Eres el que le ha puesto fumetti a lo que se ha dicho en el periodo más trascendental de la vida española de nuestra generación, la Transición. En los últimos tiempos, nuevos políticos han intentado derribar la Transición como si fuera una componenda de unos cuantos. Mirando este libro sabes que nos pudimos haber salido del dibujo. ¡Hombre, no hay más que ver en qué han acabado las transiciones del norte de África o la de la Plaza del Maidán en Ucrania! Lo que sí fue una gran proeza fue pasar de una dictadura a una democracia en muy pocos años con una transición y una transacción. Y no se ha explicado bien. Aquí se ve perfectamente que cuando Carrillo saca la bandera roja y gualda desde el agujero en el que se encuentra, se está produciendo un cambio fundamental. ¿Cuál fue la transacción? Losfranquistas, los que venían del régimen de Franco, y otra gente más próxima o de una cierta moderación pero que estaban en una legalidad, digamos consentida, dijeron que podíamos ir a la democracia pero que se tenían que respetar cuatro cosas, la bandera roja y gualda, la monarquía, la iglesia y el ejército, y así no habría represalias de ningún tipo. Te cuento una anécdota. Suárez me presentó uno de mis libros (junto con Jesús Polanco y otras personas, lo editó Aguilar). Fue la única vez que he hablado con él, cuando le pedí que me presentara el libro. Estuvimos hablando media hora y él me dijo: “No os lo creíais nadie. Y punto”. Yo le dije que era muy difícil de creer pero que le empujamos para que lo hiciera.
Cuando aparece Felipe González tú sientes como si llegara la primavera, de hecho lo dibujas entre árboles. Por un verso de Machado. Yo veía que él y el PSOE eran el retoño de aquel viejo árbol centenario herido por un rayo y podrido. El poema de Machado le cuadraba muy bien.
Como ahora. También. Felipe González aportó tres cosas, memoria histórica, un partido laico, republicano, progresista; política exterior, Billy Brandt y Olof Palme, e imagen personal. Un hombre que era una de las cabezas de una generación nueva que estaba rompiendo las costuras de la vieja España por todos los lados. Ahora no es vieja, ahora todos somos jóvenes o todos viejos, o no puedes ser viejo porque tienes ideas trasnochadas y no sirven…
¿Cómo ha encanecido este país? Pues regular, hay mucho botox en algunosque encanecen y mucha arruga en algunos que empiezan. Ha ocurrido algo que ocasiona toda esta decepción. Se ha realizado el proyecto político más grande, modernizar España y entrar en Europa, política, económicamente, en todos los órdenes, y luego la vida son las expectativas de cada uno, la crisis ha hecho unos rotos en el Estado de bienestar con los que no contábamos. Lógicamente hay mucha insatisfacción, pero la hay en todo el mundo occidental. Después de aquellos años de la Transición ha llegado la globalización. Para mí la globalización es que se han invertido los ejes de la tierra, el norte antes estaba claro, éramos los países en torno al Mediterráneo que habíamos sido colonialistas y habíamos vivido en parte del poder que te daba dominar el Mediterráneo o dominar los mares. Y esto se está acabando. Ahora se desplaza hacia el Pacífico que es donde está la población. Esto origina un malestar enorme. Se ve en las fábricas, se ve en el modo de trabajo que había antes, el del siglo XIX, la máquina y el obrero. En nuestro mundo, el que llamamos occidental, resulta que empieza a haber unas carencias y las expectativas que había, con una población envejecida, se van al garete…
"la crisis ha hecho unos rotos en el Estado de bienestar con los que no contábamos. Hay mucha insatisfacción, pero la hay en todo el mundo occidental".
Hemos encanecido mal pero ha habido un proceso de rejuvenecimiento tras el periodo de Aznar, con José Luis Rodríguez Zapatero, la ley del matrimonio homosexual y otras libertades civiles. Y después vienen dos líderes de la izquierda que van en coche, el coche Sánchez... La gente pasó de ir caminando a ir en coche. Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Aznar se subió a un tanque, ha habido una motorización de la política. Pues sí. La verdad es que cuando hice el coche de Podemos no sabía cómo y dónde meter a la gente. Luego las ruedas me sirvieron para poner Podemos, Cabemos, Queremos, Ya veremos… Veía que había conseguido un recurso que me permitía decir muchas cosas, porque podía haber peleas por llevar el volante…
Un período que pasó a la historia como tal, la época de la crispación en la época de Aznar, tuvo a EL PAÍS como elemento a batir… Era el Aznar de las púas. Yo iba al parlamento como testigo algunas veces y la verdad es que los modos eran terribles. Una de las cosas (no de la crispación pero de aquella época) más raras para mí, más desconcertante fue el día que Borrell se subió a la tribuna y hubo una puesta en escena para ponerle nervioso y sacarle de sus casillas que le resultó imposible articular un discurso de más de 10 palabras, fue todo el rato “¡señorías, les llamo al orden, señorías les llamo al orden!”. Fue imposible, Borrell se perdió, no fue una confrontación parlamentaria, aquello fue un parlamento lleno de hooligans, con el campo embarrado, la pelota que no rodaba y él no pudo articular nada.
¿Qué sentiste cuando Pablo Iglesias puso la cal sobre la mesa? Me pareció muy desafortunado, lo que no sé es qué pretendía Pablo Iglesias con aquello. Me chocan sus modos en una persona joven, tendría que emplearse en hacer propuestas viables, dado el número de votos que tiene, y no tanto en descalificar.
Vamos a la época de Aznar. ¿Qué es para ti Aznar ahora? Dices que eres benevolente, ¿lo eres también personalmente con personas que como Aznar llevaban la crispación hasta el límite de “¡váyase señor González!” y el insulto a Zapatero cuando no lo recibe y tú lo reflejas? Más que los insultos, a mí lo que más me dolióde Aznares que siguiera adelante con la guerra de Irak, casi siendo el jaleador del trío de las Azores cuando tenía a todo el país en contra. Cuando se lo comentó a Tony Blair sacando pecho, Blair le dijo: “Eres muy atrevido, yo nunca me atrevería hacer lo que tú haces con toda la opinión pública en contra”. Y me dolió mucho que cuando se aprobó en el Parlamento, la bancada del PP aplaudiera rabiosamente porque todos sabíamos que esa guerra se basaba en una mentira.
Rajoy cumple el dicho árabe “siéntate en la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo”.
¿Cuál es el dibujo que tú tienes ahora de Zapatero? Está dibujado. Era un Zapatero en Doñana, en el paraíso, cuando se tomaba unas vacaciones. Hay un Zapatero, creo yo, que tenía la suerte de su parte hasta que ya vino la crisis y se quedó un poco como Felipe, del que también se decía que tenía la suerte de su parte. No hay suerte de tu parte, la suerte te puede acompañar un rato pero los hechos son tozudos, cuando llegó la crisis y se vino abajo la recaudación, no había necesidad de seguir cumpliendo las promesas. Esa imagen de querer seguir cumpliendo las promesas electorales como si no pasara el tiempo y no hubiera crisis y aquella frase “bajar impuestos es de izquierdas” me desconcertaron profundamente. Tiene luces y sombras en su mandato, el pensó que la crisis iba a durar poco, por eso creó el Plan E, quería puentear la crisis, salir cuanto antes del hoyo, pero el día que anunció las medidas de los recortes yo le dije a Antonio San José (fue el último día de CNN, yo estaba en su tertulia): acaba de perder las elecciones Zapatero y es posible que haya hundido al PSOE por muchos años.
Y a Calvo Sotelo ¿cómo lo pondrías hoy? A Calvo Otelo lo pondría tocando el piano, que era lo que le gustaba y además lo tocaba de maravilla, pero tenía sentido del humor. Recuerdo aquella frase famosa suya a Felipe González: “No busque su señoría en otros parlamentos los votos que no va a encontrar en este”. Y no los buscó, era verde y con asas,la OTAN. No se dijo nunca a los electores pero entrar en Europa significaba entrar en la OTAN pero en España había un sentimiento anti americano porque no tuvimos Plan Marshall, reconocieron inmediatamente a Franco y España estratégicamente, geográficamente se convirtió en una pieza clave.
Rajoy parecía que iba a pasar página y sigue ahí. ¿Es consecuencia de lo que tú describes de él en tus dibujos, ese hombre que está fumándose un puro mientras ve la vida correr?, ¿es un doble de Rajoy? No, es Rajoy. A Rajoy yo le conocía como ministro, un hombre tranquilo que no se implicaba demasiado y dejaba correr los acontecimientos. Él cumple el dicho árabe “siéntate en la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo”. No se sienta, se tumba en la tumbona que es mucho más cómodo que sentarse, y mira desde lejos los acontecimientos. En eso es muy gallego, tiene una mirada lejana. Hay muchas cosas que no tienen solución y deja pasar el tiempo a ver qué pasa, y a ver si se cuecen los unos y los otros en su salsa, en sus contradicciones. Desgraciadamente el tiempo le da la razón, por lo menos electoralmente. ¡Cómo ha capeado, por ejemplo, la destrucción de los ordenadores que tenía Bárcenas, y no pasa nada! Rajoy tiene bula y hay otros políticos que también la tienen.
Han pasado muchos años, 40 años, y has dibujado a muchísima gente, a veces te habrás sentido contento y a veces perplejo del resultado. ¿Tacharías algo? No. No he ofendido a nadie o no he querido ofender a nadie. Suárez está sentado encima de una columna porque él estaba arriba y los otros estaban en la clandestinidad, por eso Carrillo estaba abajo. Y fue un símbolo certero que fue acogido popularmente. Un día estando yo en el parlamento Juan Mari Bandrés le dijo a Suárez: “Bájese de la columna de Peridis". Yo me puse rojo como un tomate. El raca-raca. A Ibarretxe le dijeron: “deje ya el raca- raca”, que es como yo lo dibujaba. Y un día Guerra dijo: “Rajoy es usted un vago, bájese ya de la tumbona, de la hamaca de Peridis…”
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