¿Qué es el ‘homeschooling’? ¿Cómo se hace?
Esther Querol Navaz es madre de cinco hijos, médico y los educa en el hogar. ¿Cómo compatibiliza su labor profesional con esta tarea?
Coincidiendo con la huelga de deberes de la pasada semana, surgieron muchas voces reclamando una legislación que permita la escolarización en casa. Lo cierto es que en el mundo existen 30 países donde es legal lo que se denomina homeschool, aunque no todos con las mismas restricciones. Dinamarca, Irlanda, Estados Unidos, Rusia, Portugal, Francia, Noruega o Polonia son algunos de los ejemplos. En España, es legal según la constitución, pero ilegal sobre la base de la normativa de educación. Esther Querol Navaz es madre de cinco hijos, médico de profesión y, además, educa a sus hijos en su hogar. ¿Cómo compatibiliza su labor profesional con esta tarea? Reduciendo a más de la mitad su jornada laboral con las consecuencias económicas que eso conlleva, pero que, según cuenta, le ha merecido la pena.
¿Cómo es su día a día?
“Tomamos la decisión de educar en casa cuando teníamos solo los dos primeros hijos, después de pasar un verano con unos amigos en EE UU que hacían homeschooling. Nos pareció tan lógico, tan correspondiente con el desarrollo de los niños y con nuestra propia vida de familia, que al volver a España nos pusimos a estudiar cómo estaba el tema en nuestro país. Descubrimos que existían familias que optaban por ella, que había una asociación nacional (ALE) que aglutinaba al colectivo… en fin, que era posible. Fue entonces cuando decidimos probarlo durante un año, a ver qué tal. Nuestro hijo mayor tenía cinco años y la segunda, cuatro años. Once años y tres hijos después, aquí seguimos”, explica orgullosa.
Muchas veces la gente se imagina cosas muy diferentes de lo que realmente es la educación en casa. “Nuestro día a día es tranquilo. Yo me levanto temprano y dedico un par de horas a mi trabajo (ahora mismo soy autónoma y parte de mi trabajo lo puedo hacer desde casa). Mi marido se va al trabajo. A las 09.30 horas, despierto a los niños y hacemos la rutina de desayuno, vestir, hacer camas, lavar dientes, etc. Y después dedicamos la mañana a hacer cada uno lo que le corresponde en ese momento de su vida. Me explico. No tenemos clases por asignaturas, sino que cada niño sigue sus propios intereses y va avanzando según su ritmo. Todos han aprendido a leer y matemáticas básicas", comenta.
"El mayor, de 15 años, sigue este año un currículum oficial de educación a distancia de high school estadounidense (corresponde a 3º y 4º de la ESO y 1º y 2º de bachillerato). Hemos decido que es un buen paso en este momento. La segunda, de 14 años, es una lectora consumada y devora novelas desde hace muchos años, a partes iguales, entre autores clásicos y modernos", añade. Esther explica que a través de los libros trabajan muchas asignaturas con ella, de manera que la literatura es la excusa para hablar de temas de historia, de filosofía, de lengua, hasta, incluso, de física. “Además es una buena artista y dedica horas a practicar, ayudada por tutoriales de YouTube, y por clases en una academia de pintura", continúa.
"Los dos niños siguientes están ahora apasionados por la construcción y dedican la mañana a sus proyectos, creando todo tipo de máquinas y artilugios a base de cartón y otros materiales reciclables, siempre con sus pistolas de silicona en mano. Hay cursos excelentes en línea para darles ideas a la hora de construir y probar inventos", prosigue. "Y la pequeña (de siete años) está inmersa en el mundo de la moda, aprendiendo costura, punto e inventando diseños", dice.
¿Significa esto que la madre trabaja de manera individual con cada hijo?
No siempre. "Realizamos actividades por separado, pero también nos juntamos para trabajar juntos", asegura Esther. "El año pasado estuvimos memorizando poemas de Shakespeare (gracias a un libro precioso que encontré sobre el tema) y lo pasamos genial. Ahora estamos trabajando Roma. Cada uno aporta desde su perspectiva. Por ejemplo, el mayor nos cuenta la historia, la segunda nos dibuja escenas de la vida romana, el tercero y el cuarto están inmersos en el estudio de los artilugios que usaban los generales romanos para asediar ciudades, y la pequeña está aprendiendo a diseñar togas, peplos y demás indumentaria de la época", explica.
"Dos mañanas a la semana yo trabajo fuera de casa", continúa, "y los niños se quedan en casa de los abuelos. Una de las mañanas va allí un profesor de arte a darles clase (gratis, porque es mi tío) y otra la dedican a ir con los abuelos a algún museo, o de paseo, o aprender a hacer guisos de la abuela… es un privilegio tener esta ayuda".
"Tres tardes por semana tenemos las extraescolares, que consisten en diversos deportes y otras actividades en el centro cultural y en el polideportivo de nuestro pueblo. Las otras dos tardes estamos de relax. Los sábados acuden a una escuela de música y canto. Ya por la noche, después de cenar todos juntos con papá, solemos jugar a algún juego de mesa juntos o ver una película en familia", concluye.
Esther Querol cree que la educación en casa depende más de lo que los padres quieran hacer o priorizar que de las necesidades reales. "La clave está", según Querol, "en estar mucho con los niños: cuanto más tiempo dedicas a estar con tus hijos, menos gastas. Puedes decidir apuntarles a más o menos clases, en lugares más o menos caros… Puedes en algún momento necesitar algo especial (uno de nuestros hijos tenía una dislexia importante y estuvo yendo al logopeda durante un tiempo). En fin, que el tema gastos es muy variable, pero en nuestra experiencia mucho menor que en los niños escolarizados".
Convalidaciones
¿Cómo se convalidan estas formaciones? ¿Pueden después acceder a la universidad? La respuesta es que sí. "Hay muchas maneras de hacerlo: una es entrar en el sistema escolar en un momento dado. Otra opción es hacer el examen de la ESO a los 18 años (si te presentas por libre no puede ser a los 16) y después hacer bachillerato en un instituto, y de ahí a la universidad. Otra opción es hacer el examen de la ESO y luego módulos de titulación media (y si quiere de ahí a la universidad, pues también). Y otra opción es irse a estudiar la carrera fuera de España. Conocemos jóvenes adultos que han sido educados en casa y que están haciendo en estos momentos alguna de estas opciones, sin ninguna dificultad", reitera.
Querol reconoce que no todo es idílico. “Educar en casa requiere un cambio de vida. Hay que hacer girar todo en torno a la familia, hay que decidir trabajar menos horas, ganar menos dinero y pasar todo el tiempo posible con los hijos. Es cansado físicamente, es mucho trabajo, sí. Es importante tener apoyo de la familia o de los amigos, o una comunidad de homeschoolers. Hay que renunciar a tener tiempo para uno mismo (a menos que madrugues mucho)", argumenta. "Pero a cambio, hay una complicidad preciosa con los hijos, unas conversaciones sorprendentes, un amor cándido, una paciencia que crece. Y en nosotros, los padres, se despierta un deseo de aprender para poder contarles, para poder mostrarles las cosas tan increíbles que hay en el mundo, para explicarles también las cosas tremendas, acompañarles en la vida y tener un privilegio de ver en qué se va convirtiendo cada uno de ellos. Este proyecto de vida también crea una complicidad especial entre mi marido y yo. Para mí el homeschooling es un regalo”, concluye esta madre.
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