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ICON PARA JOHNNIE WALKER

¿A qué sabe la ciudad que no duerme?

Johnnie Walker Red Rye Finish, un whisky escocés artesanal envejecido en barriles de bourbon, es el ingrediente básico del cóctel “Rush Hour”

En Nueva York todo es extremo. La altura de sus edificios, el número de señales de tráfico que invaden sus calles –más de dos millones-, el tamaño XL de sus refrescos o las largas distancias que muchos deben recorrer diariamente son un claro ejemplo de ello. Sin embargo, el máximo exponente del exceso que envuelve a la Gran Manzana es su desmedida hora punta. De ocho de la mañana a siete de la tarde parar un taxi, cruzar el puente de Brooklyn para ir a trabajar o coger el metro se convierte en una auténtica aventura.

Iluminado por el ímpetu de la ciudad que nunca duerme y por los sabores de los whiskies americanos que descubrió hace ya un cuarto de siglo durante su estancia en Louisville (Kentucky), el maestro destilador Jim Beveridge ha creado, junto con Emma Walker, Johnnie Walker Red Rye Finish, edición limitada de Johnnie Walker. El nuevo Red Rye Finish, un whisky de malta y de grano envejecido en barriles de bourbon de primer llenado y finalizado en barricas de whisky de centeno, es el alma del cóctel Rush Hour (hora punta en español), un giro en el cóctel clásico de Manhattan, inspirado en el estilo de vida de la Gran Manzana: una mezcla de Red Rye Finish con vermut y licor de naranja. Nueva York, con su vitalidad y constante innovación, se ha convertido en el único escenario posible para dar rienda suelta a maridajes cuyo fin es deleitar a los amantes del buen whisky que disfrutan dejándose sorprender con cada nuevo trago.

La vorágine que reina en la ciudad de los rascacielos -más de 120.000 vehículos, 4.000 peatones y 2.600 bicicletas recorren el puente de Brooklyn en ambas direcciones todos los días- marca un ritmo frenético que alcanza sus cotas más altas de siete a diez de la mañana y de cuatro a siete de la tarde. Durante las horas de mayor confluencia en Grand Central (la estación de trenes más grande del mundo) pasan trenes cada 58 segundos y 10.000 personas acuden a la estación sólo a comer. Sin embargo, a pesar del frenesí que colapsa cada arteria de la ciudad, Nueva York brinda un oasis de paz donde es posible disfrutar de momentos de desconexión saboreando los mejores cócteles de Johnnie Walker, el whisky de alma céltica que aúna la vitalidad característica de la Gran Manzana con la mejor tradición escocesa, demostrando que el whisky es además una forma de arte. El lema que abandera Johnnie Walker: “Keep Walking”, pone de manifiesto el optimismo y el coraje ante la adversidad que siempre ha distinguido a la casa escocesa.

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