A ver
El nuevo hombre fuerte, Javier Fernández, al menos es asturiano y eso sosiega
Al cabo de muchos años, desde que Zapatero se empeñó en que los votantes socialistas regresaran a la dulce infancia y comenzó a repartir cromos, vuelve a haber un adulto al mando de ese barco borracho. El desfile de disparates de los últimos años hiela la sangre, ¿se acuerdan de las bibianas, de las miembras, de los luenas, de las fotos del Vogue,de la masa de puerilidades que se acumularon en un partido que había sido serio e incluso severo? La última etapa, con unos pobres tipos boquiabiertos ante los matones de Podemos, era noche oscura. Ahora se ha encendido un débil candil.
El nuevo hombre fuerte, Javier Fernández, al menos es asturiano y eso sosiega. Los asturianos no son pegajosos. Uno no se imagina a Javier Fernández dándose besos en la boca con García-Page delante del personal, como acostumbra a hacer Iglesias con lo que se le pone a tiro. Los asturianos son gente seria, incluso severa, como el PSOE en sus buenos tiempos. Y son leales, se puede confiar en ellos. Uno no se los imagina, al modo Iceta, imponiendo el bable a los españoles y haciendo de la gaita un instrumento de tortura. Y ya eran demócratas cuando don Pelayo, mientras la grey islamista seguía al muecín como corderos con su no y no y no y al cristiano, ni agua.
Quizás ahora el PSOE vuelva a darnos alguna alegría si se toma en serio la educación, la investigación científica, la igualdad de oportunidades, la sanidad, que los condenados devuelvan lo robado, que se acabe el aforamiento, que se supriman las empresas estatales inútiles, que se eliminen las duplicaciones, que se combata el poder de los caciques, que se ayude a las familias con hijos para que este país no sea un desierto dentro de 50 años, y otras 100 iniciativas que jamás acometerán los podemitas.
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