“Mi cuñado vuelve del Más Allá criticando el clima y la comida”
EL CUÑADO de Fermín Toledano Valdavia (Lugo, 1974) falleció hace seis meses en un accidente automovilístico. Desde hace unas semanas, se le aparece cada noche para criticar la vida después de la muerte, animarle a morir para que le haga compañía, recordarle que se compró un televisor pequeño y opinar sobre el Real Madrid.
¿Cuánto hace que se le aparece su cuñado por las noches? Se me aparece a los pies de la cama y me dice: “¡Matao, matao! ¿Estás durmiendo, cara cartón? Vaya crack”, y cosas así. Es como translúcido y aúlla sin respetar el descanso de los demás. Vaya, un poco lo que ya hacía cuando estaba vivo.
Usted se asustará al ver a alguien regresar de entre los muertos. Al principio, sí, ahora lo que hago es fingir que duermo para que me deje en paz. Pero hasta que no le hago caso no para porque siempre le gustó llamar la atención.
¿Y de qué le habla? ¿Cómo es la vida después de la muerte? Cuando ve que le hago caso se pone a hacerse el listo y a criticar el más allá: que si hace frío, que si se come fatal… Él dice que no merece la pena el viaje. Se creerá que está de vacaciones o algo así. Yo le digo que está muerto y él me contesta: “Tú sí que estás muerto, matao”, y se ríe.
¿Y usted le responde? Yo me quedo callado y le pido que se vaya. Cuando aún estaba vivo no me atrevía a echarlo, pero creo que uno tiene derecho a echar a los muertos de su propio hogar.
¿Le hace caso? Qué va, él a lo suyo, que si el cielo es como el barrio gótico de Barcelona pero más grande, que si hay muchos chinos y muchos indios… Cada noche igual. Supongo que pensaba que en el cielo solo había españoles. En vida ya era un poco xenófobo.
Cada noche me cuenta el viaje una y otra vez. Dice que la luz al final del túnel está mal instalada y luego critica mi televisor y mi coche.
¿Cuánto tiempo duran estas apariciones? Bueno, siempre acaba animándome para que me vaya con él. “Deja a mi hermana con los niños y vente unos días, que a ti esto te va a gustar”. No entiendo por qué me iba a gustar a mí si él mismo le ha puesto dos estrellas al cielo en TripAdvisor. Nunca me ha respetado, ni ahora ni en vida.
¿La muerte no le ha hecho más humilde? Está peor que antes. Me dice: “Primero me puse a 180 para hacerme un Barcelona-Madrid en cuatro horas por una ruta que yo conozco y luego, en menos de 10 minutos, me puse a la izquierda del Señor por una ruta que yo conozco”. Cada noche me cuenta el viaje una y otra vez. Dice que la luz al final del túnel está mal instalada y luego critica mi televisor y mi coche. “Hazme caso, Fermín, que yo estoy muerto y sé lo que me digo”, afirma haciéndose el listo.
¿Le ha dicho algo su cuñado sobre Dios? Dice que Dios está bien, pero que en una tarde lo ves. Estoy harto. Además, yo no creo en Dios, así que me da igual cómo sea.
¿Tiene alguna solución? La verdad es que no veo la salida porque él está muerto y se aburre. A veces he pensado en quitarme la vida, pero allí estará él, esperándome. En fin, voy asumiendo esta condena.
Ha hecho las paces con su situación. A mí me ha tocado el típico cuñado que es un fantasma. Tú aguantas con una sonrisa, esperas a que termine de hablar y a que se marche y vuelves a lo tuyo.
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