Conservacionismo
Si muchos catalanes se han hecho vascos (de los de antes), muchos vascos se han hecho catalanes (de los de siempre).


La principal tendencia de fondo es el conservacionismo, el statu quo, el virgencita, virgencita, que me quede como estoy:más que el conservadurismo, ya que este concepto entronca mejor con el derechismo puro y duro, y el nacionalismo vasco es más bien un centrismo.
El conservacionismo apela a lo malo conocido (o regular o bueno) antes que a lo (quizá) mejor por conocer. Cotiza en fases de incertidumbre, entorno internacional nublado, economía volátil, angustia por el presente, escepticismo ante el futuro: en tiempos de turbación, no hacer mudanza, decía Ignacio de Loyola.
Y cotiza más aún en ausencia de alternativa clara, viable y sostenible: lo que no ha sabido plantear la izquierda moderada, el esqueleto hasta ahora más apto sobre el que pergeñar otras vías.
Antes, unas elecciones subestatales (municipales o autonómicas) anticipaban o prefiguraban las generales. Permitían extrapolaciones. Ahora es menos así, aunque acarreen consecuencias, sobre todo para los fracasados (en el socialismo, en Ciudadanos). Aunque no constituyan ensayo general, perfilan laboratorio argumental. Pero además apuntan varias tendencias de fondo.
Adicionalmente al conservacionismo —grábenselo todos los opositores impávidos ante unas terceras elecciones—, las vascas y gallegas nos dejan otras pistas. Estas:
La izquierda moderada paga la irrupción del populismo, sí. Y también la fragmentación a nivel federal (ejecutiva/barones) y la lucha fratricida en Galicia. Amén de la falta de claridad, la ambigüedad y escaso pragmatismo de la estrategia española de la dirección. Todo es empeorable: ¿pacifica un congreso precipitado?, ¿seduce al votante un encarnizamiento interno?, ¿encandila especialmente en plena precampaña?
Ello aprovecha a la izquierda radical, pero tampoco en demasía: flexiona a la baja en Euskadi; marea mejor en Galicia.
Luego está el éxtasis del nacionalismo moderado, fraguado en el correcto manejo económico del PNV, su escasísimo afloramiento de escándalos y sobre todo su rechazo al desplante unilateral, a la separación y a la inamistad con Europa. Correlativamente, flexiona algo a la baja, aún aguantando, el secesionismo radical. Si muchos catalanes se han hecho vascos (de los de antes), muchos vascos se han hecho catalanes (de los de siempre).
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