‘Snowshow’, un viaje a la más tierna infancia
Dirigido por Slava Polunin, considerado el mejor payaso del mundo, este espectáculo llega a la capital para maravillar a grandes y pequeños
Slava´s Snowshow es un espectáculo que va a hacer que “el público viva un viaje a su infancia”. “Cada persona hará un particular trayecto de ida y vuelta a sus recuerdos infantiles, evocando recuerdos como la primera vez que descubrimos la nieve”, explica Slava Polunin (Rusia, 1950), de la familia del Cirque du Soleil y para muchos, el mejor clown del mundo. Este espectáculo teatral circense, poético y atemporal, ha cautivado y potenciado, como ningún otro, la imaginación de públicos tan diversos como el que este miércoles le recibió en Madrid (Teatros del Canal) con una sonora ovación. “Esta comunicación íntima y sutil con el público, que en este caso es de una forma no verbal, es algo que crea la magia del teatro”, asegura el intérprete. De la reacción del público español que le aplaudió puesto en pie, destaca que es “muy apasionado”.
Nada más subir el telón, el respetable coge el tren hacia sus sueños infantiles y durante unas horas, todo es posible en escena. Ya en el escenario y desde su cama, nuestro protagonista divisa- como si de un galeón milenario se tratase- el horizonte. Y de repente, se encuentra con el tiburón más clown, ladridos incluidos, de los Mares del Sur. A través de elementos tan simples como una escoba, una cama, una cuerda o una gabardina, se recrean historias realmente conmovedoras. Los niños (y sus padres) disfrutan con momentos de verdadera poesía y cuando menos se lo esperan, son atrapados por una gigantesca tela de araña en la que juntos, grandes y pequeños, redescubren sus sueños de la niñez.
“El hecho de que no usemos la palabra en nuestras actuaciones es solo una de las razones por las cuales se ha convertido el espectáculo en un éxito en todo el mundo y por tanto tiempo. La segunda razón es que realmente me gusta viajar. La tercera es que la obra habla de cosas que son fundamentales para la vida de todos: simples y eternas. El show trata cosas con las que cualquier ser humano puede sentirse unido como son la amistad, la soledad, la vida o la muerte. El cuarto punto es que hago esto de una manera original, tratando de encontrar una nueva forma de decir esas cosas cada vez que estoy haciendo algo en el escenario. Y la quinta razón y última es que admiro este mundo y estoy muy contento de estar aquí, así que supongo que cada persona quiere unirse a mí en este sentimiento”, explica Slava.
El espectáculo nació en 1993 sin que ni el propio protagonista pudiera imaginar que se convertiría en todo un fenómeno sin precedentes en la historia del clown. Desde entonces, más de 6.000 representaciones avalan la trayectoria de un show que ha enternecido a más de cuatro millones de espectadores de todas las edades, de los cuales más de 80.000 ya lo han disfrutado en las diferentes visitas a nuestro país. El Snowshow de Slava seguirá en Madrid hasta el 9 de octubre. Luego partirá hacia Tenerife (del 12 al 16 de octubre) y Gran Canaria (del 19 al 23 de octubre). Tras más de dos décadas girando por todo el mundo, este montaje tiene en la improvisación su mayor activo: “Nuestro show es diferente cada vez, ya que permite gran espacio para la improvisación. Intento establecer algunas cosas inesperadas. La improvisación de esa manera llega a ser muy natural y el espectáculo sigue lleno de vida”.
Una frase que lo cambió todo
La historia de Slava comienza cuando se quedó eclipsado con la figura de Charles Chaplin. Exactamente, fue con la película The Kid. Fue, entonces, cuando empezó a imitar los característicos movimientos de la estrella de cine. Eso no significó para nada que quisiese ser clown. “De hecho, yo quería ser bibliotecario o leñador y de alguna forma esos sueños infantiles se han cumplido. Tengo una biblioteca enorme y vivo en el bosque”, comenta uno de los clowns más universales de la historia.
“Usted resulta tan grotescamente natural, que su comportamiento ya no se puede decir que sea excéntrico, es burlesco”. Fue esta frase de un director teatral lo que llevó a Slava a decantarse por ese camino. A partir de aquella palmadita en la espalda, comenzó una carrera en la que dio sus primeros pasos en la Pantomima junto a Alexander Skvortsov. Actuaron en los mejores teatros, pero tampoco perdieron la oportunidad de desplegar su arte para los jóvenes en los institutos. Era una época de entusiasmo jovial, lo que les llevó a hacer multitud de representaciones. “Ser clown es algo más que puro entretenimiento. Este oficio te ofrece un cierto punto de vista sobre el mundo, la habilidad de ver las cosas de una manera que difiere de lo que la gente generalmente ve”, explica Slava. De ahí su compromiso con una profesión que descubrió en los años ochenta cuando “conoció” a su propio clown: Slava. Una interpretación que le permite hablar de tú a tú con el público y no solo de los momentos felices, sino también de aquello que aflige a su personaje.
Sus mayores inspiraciones
“Monty Python es en mi opinión la cumbre del humor - es inteligente, ingenioso y absurdo - la clase de humor que me encanta. Y Fellini es un genio en crear universos poéticos. Sus películas están llenas de poesía, divertida y trágica, desgarradora y cruel, y cada fotograma, cada personaje es pura poesía. Él es un artista maravilloso, inimitable en su arte”, dice con emoción Slava. En la línea de la propia concepción de su propio clown, Slava tiene claro que la vida está llena de buenos y malos momentos. Ha pasado, como todos por situaciones difíciles, pero el apoyo de su familia y un camino forjado día a día han conseguido que este artista salga adelante: “Sacando de esos momentos una lección de la que aprender”, recalca.
“Mi objetivo es que la gente no pierda la habilidad de sonreír con las cosas sencillas”. Slava además dirige la Academy of Fools, que pretende proporcionar a la gente un modo de ser feliz. Desde esta particular institución se oponen “a la vanidad y el exceso de seriedad del mundo”. Quieren que la gente sea feliz con aspectos de la vida tan sencillos como disfrutar de un rato oliendo una flor, tumbándose en la hierba o mirando ensimismados al cielo.
Además del espectáculo con el que lleva girando desde hace más de dos décadas, el artista afronta el futuro con optimismo y es que “hubo un momento en el que dejé de separar mi vida de mi arte, por lo que todo lo que me pasa - ya sea importante o no - es igualmente valioso para mí, porque es mi vida”. No podría entender su propia existencia sin un oficio que, por ejemplo, le llevará a seguir al frente del circo más grande de Rusia, además de multitud de eventos en todo el mundo e incluso avanza que está preparando un libro. “En general, no tengo mucho tiempo para aburrirme” concluye.
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