El historietista travestido más famoso del mundo comparte ropa con su mujer
Simon Hanselmann ha escapado de sus demonios, aunque sus personajes, no tanto. Hablamos con él sobre su cambio drástico de vida
"Lo más estúpido que he hecho últimamente ha sido el cómic que dibujé la semana pasada. Es muy agresivo y político. En él insulto a mucha gente, e incluye pedofilia, violaciones en la cárcel y suicidio. Espero no tener que arrepentirme. Los estadounidenses son muy blandos".
"En (el cómic) insulto a mucha gente, e incluye pedofilia, violaciones en la cárcel y suicidio"
Desde el principio, Simon Hanselmann muestra que su vida reciente no ha cambiado su obra. El historietista australiano ha pasado de una infancia y adolescencia de terror (padre ausente, madre yonqui, bullying, adicciones…) a ser uno de los autores de cómic más reconocidos —y reconocibles, por su afición a la ropa femenina— de la actualidad.
Ahora Simon está casado (con una mujer), vive en Seattle, pasea sus vestidos y peluca por festivales de cómic de todo el mundo y no para de publicar. Como Melancolía, el nuevo volumen de sus personajes fetiche Megg, Mogg y Búho, que edita ahora Fulgencio Pimentel. "Ha sido un año extraño", confiesa. "Me he cambiado de país, vivo con mi mujer, han muerto varios amigos y mi madre ha estado enferma". Pero, aunque confiesa estar "más feliz que nunca", sus historias siguen plagadas de apatía, depresión y drogas.
"Tengo años y años de cosas horribles que me han pasado, así que el tormento no cesa", asume. Su consuelo sigue siendo el mismo: "Todo lo que quiero hacer es estar solo en una habitación dibujando". Mientras espera la oferta correcta para llevar a sus personajes a la televisión ("no quiero ir a Los Ángeles y que tengan que aprobarlo 50 personas"), se pasa por las oficinas de su editorial, Fantagraphics ("a veces voy al patio a colocarme") y comparte ropa con su esposa. "Pero normalmente tengo que comprármela yo. Soy un destructor de medias; me las pongo una vez y acaban cubiertas de quemaduras de cigarro".
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