Violencia de género en Sierra Leona
Según el último Índice Global de la Paz (GPI, por sus siglas en inglés) Sierra Leona es el quinto país más pacífico de toda África y el 43 a nivel mundial, de los 162 estudiados. El informe detalla que los 10 países menos violentos del mundo son Dinamarca, Austria, Nueva Zelanda, Portugal, República Checa, Suiza, Canadá, Japón y Eslovenia, (España está en el número 25), entre los cuales no hay ningún africano, cosa que no sucede entre los diez más violentos: Libia, Sudán, Ucrania, República Centroafricana, Yemen, Somalia, Afganistán, Irak, Sudán del Sur y Siria.
Los detalles de este estudio se pueden ver más detenidamente en el artículo “Un mundo menos pacífico”, porque aquí vamos a centrarnos en el caso de Sierra Leona, cuya posición en el ranking nos ha sorprendido considerablemente, al igual que a algunos analistas sierraleoneses.
Es verdad que desde el final de la guerra en 2002, los diferentes gobiernos que se han sucedido en el país han ido estabilizando la situación política del mismo, y, quitando periodos electorales, la violencia ha disminuido considerablemente en él, aunque actualmente algunos temas como la campaña “More Time” o la rampante corrupción denunciada por algunos artistas, puedan llevar a pensar que esta convivencia pacífica se pueda ver alterada en un futuro cercano.
Sin embargo, hay un dato que este informe, elaborado por el Institute for Economics and Peace, no parece tener en cuenta: la violencia de género. En Sierra Leona, las mujeres constituyen el 60 % de la población y muchas de ellas son víctimas de diferentes formas de este tipo de violencia: doméstica, sexual, incluyendo la violación de adultos y menores, dentro del matrimonio y en las escuelas, y mutilación genital femenina.
En 2013, el caso del ex Viceministro de Educación, Mahmoud Tarawally, acusado de violación (finalmente absuelto de todos los cargos en septiembre de 2015) hizo que en el país empezase a hablarse abiertamente de la violencia sexual. Solo en los primeros ocho meses de aquel año se denunciaron más de 6.500 casos de violencia de género.
Sin embargo, la impunidad y el apoyo social de que gozan los infractores, hace que solo el 6 % de los casos denunciados lleguen realmente ante los tribunales.
El pasado mes de julio, un nuevo incidente ha vuelto a poner el tema sobre las mesa: una mujer tuvo que huir y buscar refugio en una instalación militar, en el distrito de Bonthe, en el sur del país, perseguida por miembros de la sociedad secreta masculina, Poro, que la acusaban de haber interferido con sus secretos, y por tanto, según la tradición, tenía que morir. Este caso que de nuevo se ponga de relieve la indefensión de las mujeres en el país y ha provocado que, de nuevo, muchas activistas volvieran a repetir que no se sienten seguras y que sus vidas corren peligro en un país donde las autoridades no hacen nada, o muy poco, para poner fin a estos abusos.
Hay que decir que la víctima consiguió refugiarse en la base militar y el ejército la protegió, lo que resultó en una dura batalla entre los miembros del Poro y los soldados que se saldó con dos adolescentes muertos y un militar herido.
Es debido a todo esto que el Ministerio de Asuntos Sociales, Niños, Género y Asuntos Religiosos, recientemente ha comenzado a trabajar con jueces y abogados para ver cómo poner fin a este grave problema.
A nivel nacional, en Sierra Leona existen toda una serie de leyes que supuestamente han sido aprobadas para defender a las mujeres, lo que demostraría la voluntad política de los gobernantes de acabar con este problema. En 2007, el Ejecutivo sierraleonés aprobó lo que se conoce como las Tres leyes de género (Three Gender Acts): la ley contra la violencia doméstica, la ley por la que las mujeres pueden heredar la propiedad de sus padres y la ley del registro de matrimonios consuetudinarios y de divorcio. En 2012 una nueva ley de violencia sexual, fue aprobada para poner fin a la cultura de impunidad que reina en el país.
Sin embargo, la falta de medios y recursos del estado hace que la implementación de esta legislación sea muy deficitaria. También hay que tener en cuenta que diversos estudios han demostrado que difícilmente se denuncia la violencia domestica, siendo estos casos, como mucho, resueltos a nivel familiar.
Un aspecto positivo en este campo, es que en los últimos años ha aumentado el número de asociaciones de mujeres que se organizan para pedir paz, democracia y buena gobernanza y que como medio para conseguir esto incluyen el fin de toda violencia de género y la igualdad real entre todos los ciudadanos del país. Algunas de ellas también trabajan con niños y hombres en programas de sensibilización como medio para terminar con esta lacra.
El trabajo resulta especialmente necesario en las áreas rurales del país donde todavía las mujeres viven situaciones de injusticia, marginación y violencia, debido a la sociedad patriarcal que impera allí.
Mientras no se ponga fin a todo tipo de violencia, incluida la de género, resulta difícil hablar de paz en Sierra Leona, por lo que, a lo mejor, hay que cuestionar las afirmaciones del Índice Global de la Paz.
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