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Columna
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Orgullosos de seguir haciendo historia

NUESTRA EXPEDICIÓN a Río 2016 ya es historia. De vuelta en España, es bueno echar la vista atrás con la perspectiva que dan estas tres semanas desde que terminaron los primeros Juegos Olímpicos organizados en América Latina. No han sido el fracaso que se temía. Es momento de felicitar a la organización porque todo ha transcurrido con normalidad, garantizando siempre la seguridad de los atletas. Cabe también destacar la gran labor de los voluntarios y voluntarias que hicieron que todo fuera más fácil. Espero que siga siendo así ahora que la ciudad carioca celebra los Juegos Paralímpicos.

Río era un reto en sí mismo. El contexto del país y de la organización generó bastantes dudas e inquietudes.

Río era un reto en sí mismo. El contexto del país y de la organización generó bastantes dudas e inquietudes. En vísperas de la ceremonia inaugural, con la polémica de las fugas, los desperfectos en la Villa Olímpica y el enfado de varias delegaciones, la situación no pintaba bien. Nadie espera encontrarse, por ejemplo, un hotel de cinco estrellas llegando a una Villa Olímpica, pero al final Río ha estado a un buen nivel comparándolo con otros Juegos que he tenido la suerte de disputar.

Volvimos a España con 17 medallas. La actuación de la delegación ha sido excepcional. Siete oros, más del doble de los conseguidos en Londres, son la mejor marca sobre la que seguir trabajando para cosechar éxitos futuros. Pero sin duda lo que más aprecio de este evento deportivo es el apoyo mutuo entre nuestros atletas. Nos hemos deseado suerte, dado ánimos si las cosas no salían bien y felicitado cuando conseguíamos un gran resultado. Ese es el espíritu olímpico y el motivo por el cual siempre me ha encantado acudir a esta cita. Poder compartir escenario con tantos atletas de diferentes disciplinas, grandísimos profesionales que trabajan día a día para poder estar en unos Juegos, es un privilegio que solo sucede cada cuatro años.

Toda medalla tiene su historia personal, íntima. Pero algunas dejarán huella por ser las primeras, como la que ha conseguido el atletismo femenino español con Ruth Beitia o el bádminton con Carolina Marín. Y, cómo no, ¡la primera medalla del baloncesto femenino!

Nosotros también volvimos con un trofeo muy meritorio. No ha sido nada fácil conseguir este bronce. Porque toda condecoración olímpica cuesta y es valiosa por sí misma. Nos fuimos de Río muy orgullosos de seguir haciendo historia como equipo: conseguir tres metales en tres Juegos Olímpicos consecutivos ha estado al alcance de muy pocos países en nuestro deporte.

Nosotros también volvimos con un trofeo muy meritorio. No ha sido nada fácil conseguir este bronce.

Empezamos el campeonato con mal pie, con dos derrotas muy ajustadas, de uno y dos puntos, que nos obligaron a ganar cada partido a partir de ese momento si no queríamos que nuestra aventura olímpica terminara de forma precipitada y decepcionante. Pero, una vez más, fuimos capaces de sobreponernos a la adversidad, a la tensión de cada partido convertido en una final. Allí es donde muchos equipos se fracturan. Nosotros no. Son los momentos en los que mostramos más cohesión, unión, concentración y disciplina. Llevamos jugando juntos muchos años. Estos Juegos han sido una muestra más del ADN de nuestra selección, de nuestro carácter, el que nos ha hecho ganar tantos campeonatos en los que hemos vivido situaciones muy parecidas. El último partido pudo caer del lado de Australia. Afortunadamente, nuestro esfuerzo tuvo una gran recompensa.

¿Y ahora qué? No soy una persona que cierre puertas. El adiós ya llegará cuando tenga que llegar… Inevitablemente. Por ahora, no he tomado una decisión definitiva. Jugar con la selección es muy especial, tiene un significado enorme e incomparable para mí. No suelo adelantarme a los acontecimientos. Ahora es el momento de disfrutar de lo conseguido y empezar a encarar la temporada en la NBA. Para mí toca cambiar de equipo, de compañeros y de vida. Eso sí, con toda la ilusión del mundo. La próxima columna la escribiré desde San Antonio, Texas. Otro reto. Uno más.

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