La primera revolución sexual mexicana
La sensualidad y el erotismo se abrieron paso en el México posrevolucionario a pesar de la Iglesia Católica y sus prédicas de la culpa y el pecado
El pecado y la culpa han sido las principales herramientas de adoctrinamiento de la Iglesia Católica en México. A pesar de éstos, el despertar sexual de la sociedad se dio de la mano de las tesis de Sigmund Freud e intelectuales de la posrevolución. Antes de morir, Carlos Monsiváis quería realizar una exposición sobre esta parte de la historia de México. El escritor que inmortalizó varias dinámicas sociales del país no cumplió su cometido. Pero después de su muerte, el Museo del Estanquillo terminó con el proyecto que el cronista mexicano empezó. La muestra Abran esa puerta, sensualidad, sexualidad y erotismo recoge esta iniciativa.
El nombre de la exposición viene de un libro de Monsiváis en donde hace un recuento de las luchas de emancipación feministas y de los colectivos de diversidad sexual: Que se abra esa puerta: crónicas y ensayos sobre diversidad sexual.
En el texto, Variedades del México freudiano, uno de los que inspiraron el proyecto museístico, Monsiváis hace referencia al oscurantismo con el que la Iglesia trataba a la sexualidad: "El sexo existe. Yo lo vi. No me lo han contado". Y esta exposición es una crónica de un matrimonio nunca bien avenido entre la moral católica y las costumbres sexuales de la población, según menciona Alejandro Brito, ayudante del curador de la muestra y director del medio electrónico Letra S.
La Iglesia Católica fue, y todavía es aunque en menor grado, un poder fáctico desde el nacimiento de México. Contra lo que se pueda creer Italia (y no España) es el país europeo que más bienes del México prehispánico tiene. Lo anterior es sólo un ejemplo del poder que ha tenido la institución religiosa en la formación de la nación mexicana. La Iglesia Católica vio en la Nueva España una suerte de paraíso terrenal en el que pudieran cumplirse al pie de la letra los designios divinos. "La Iglesia ha estado constantemente reivindicando su visión de lo que debe ser la vida íntima y sigue tratando de normar las conductas al nivel más privado, y tienes, por otro lado, a una sociedad que ya no se deja normar de esa manera", dice Rafael Barajas "El Fisgón", curador de la exposición del museo fundado por Monsiváis.
"La humillación de la carne no es metáfora: es el pago al aliado y al socio, pero también el cabal recordatorio del deber primordial: la apariencia ascética que de fe de la seriedad con que se construye el Nuevo Mundo", dice el texto de Monsiváis previamente citado sobre la conformación de la moralidad religiosa en México.
El encuentro de la intelectualidad mexicana posrevolucionaria con las tesis de Sigmund Freud fue uno de los detonantes del cambio de mentalidad en el país. "Lo que creo que hubo fue una revolución sexual a partir de las tesis de Freud", señala Barajas. Los hábitos de personajes como Diego Rivera, Frida Kahlo, Salvador Novo, Nahui Olin (Carmen Mondragón), el Dr. Atl, entre otros, permearon poco a poco en el México profundo y metropolitano, donde las doctrinas de la Iglesia no tenían tanto eco. La pública homosexualidad de los escritores agrupados alrededor de la Revista Contemporáneos (entre los que estaba Novo) y las relaciones abiertas como las de Kahlo y Rivera impactaron en un país donde la culpa y el pecado limitaban al deseo.
La educación sexual siempre ha sido materia de debate en México. Durante el Gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940) la Unión Nacional de Padres de Familia se opuso a la inclusión de material educativo de este tipo en los libros de texto por temor a que los maestros pudieran "encontrar en la exploración de ese tema extraordinariamente peligroso, medios de violar niños inocentes", según cita Monsiváis en su texto previamente mencionado. El lema "No te metas con mis hijos" que ahora pregonan los grupos conservadores que se oponen al matrimonio igualitario y a los cambios en materia de educación sexual en los libros de texto, no suena tan distinto de esta retórica recurrente en la historia del México moderno. Pero para Barajas la organización de la Marcha Nacional por la Familia, que se plantea para el 10 de septiembre, son los estertores de una estructura moribunda "que ha causado mucho dolor y sufrimiento".
Esta intervención de la Iglesia en la vida íntima de los mexicanos ayuda a entender de dónde viene ese oscurantismo y esa "mojigatería" que ha marcado a la sociedad mexicana desde sus inicios, según menciona Barajas. A pesar de las normas de la Iglesia en México la revolución sexual estalló: "En la población se ha dado lo que Carlos (Monsiváis) llamó un proceso de secularización de la sociedad. La sociedad, sin dejar de creer en Dios, sin dejar de ser católica, se ha deslindado de la jerarquía que quiere imponer de manera dogmática las normas de moral sexual", menciona Brito.
Pero las tesis de Freud dejaron una huella en la memoria colectiva mexicana: el machismo. "La liberación sexual llega a México de manera muy desigual, encaja con una sociedad sumamente machista, los primeros liberados son los hombres", dice Barajas. Personajes como Sor Juana Inés de la Cruz abrieron camino a las mujeres para expresar sus deseos. Nahui Olin escandalizó con sus desnudos y Frida Kahlo con su bisexualidad: la mujer como objeto sagrado fue una de las herencias coloniales más difíciles de vencer, pero las llamadas chinas del siglo 19, es decir, mujeres independientes que no se casaban y elegían a sus parejas; las feministas yucatecas de finales del siglo 19 e inicios del 20, así como las mujeres que lucharon por su derecho a votar lograron un empoderamiento femenino irreversible.
Para Brito el fantasma de esta vieja estructura moral ya no es -como lo fue- el machismo, sino la homofobia, un prejuicio que va cediendo a la modernidad. "La homofobia es el prejuicio más legitimado todavía, más arraigado, pero ya es el último y estamos viviendo un paradigma en la cultura mexicana en donde la homosexualidad, que era considerada una amenaza social, ahora la homofobia es la que está siendo considerada una amenaza a la convivencia social del país", apunta Brito.
Los 60 y los 70, con su desenfado hippie y el Festival de Avándaro, fueron las décadas en las que la exploración sin culpa se consolidó en la sociedad mexicana. De los bailes de salón de Yolanda Montez "Tongolele" en los 50, a las primeras marchas del Orgullo Gay a finales de los 70 e inicios de los 80, las más de 300 piezas de la exposición en el Museo del Estanquillo exploran el cambio de ideología que vivió México cuando convivían los antros gay con portadas de revistas de nota roja que llamaban "nacos degenerados" a los travestis.
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