El palangre
Mariano Rajoy llevó la sandía de Aznar ocho años en la oposición sin dejar de flotar
El palangre es un arte de pesca compuesto de una boya de la que pende un sedal con un anzuelo cebado, que se mantiene a la profundidad necesaria con ayuda de un plomo. No es fácil distinguir a simple vista una boya de palangre de una boya de amarre, que está trincada con una cadena a un bloque de hormigón depositado en el fondo del mar, pero ambas boyas se comportan como Mariano Rajoy: flotan, se balancean a merced del oleaje y no se hunden. En los días de temporal desde lejos pueden confundirse con la cabeza de un náufrago que se debate contra la marea, como sucede también con este político, a quien muchos analistas consideran un superviviente agónico desde que Aznar lo nombró sucesor como quien encarga a un compañero de excursión que lleve la sandía, mientras él se dedicaba cuatro años a hacer abdominales para volver después al Gobierno dispuesto a salvar a España, si era necesario. El atentado de Atocha deshizo estos sueños y demostró que Aznar, en medio de esa grave turbulencia, no supo pilotar el avión. Le habría bastado con leer a Cicerón para saber que no necesitaba mentir, puesto que en una tragedia los ciudadanos se agarran al poder constituido por un instinto de salvación. Mariano Rajoy llevó la sandía de Aznar ocho años en la oposición sin dejar de flotar, gobernó después con mayoría absoluta y ahora de nuevo el temporal lo está zarandeando. Muchos piensan que esta vez va a zozobrar, pero Rajoy es una boya de palangre adornada con una bandera española que, balanceándose a merced de las olas sin moverse del lugar, de momento, ya ha enganchado a una ingenua caballa. Ahora está a la espera de que muerda por fin el anzuelo ese atún rojo, que en algunas subastas de pescado aún se sigue llamando PSOE, una captura necesaria para seguir gobernando a sus anchas sin más. Picar o no picar, he aquí la cuestión.
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