Víctimas de la moda en miniatura
La hija de Kim Kardashian, la de Beyoncé y la de Tom Cruise atesoran armarios millonarios
Salvatore Ferragamo acaba de lanzar una colección cápsula pensada para niños y niñas de entre 3 y 8 años. Los pequeños podrán lucir los zapatos y bolsos más icónicos del italiano, como los mocasines Varina o la cartera Vara, y caminar conjuntados con sus padres. No es casualidad que la firma dedique parte de su trabajo a complacer a este público joven, pero también selecto —poca gente puede emplear 250 euros de su presupuesto para la vuelta al cole a unas bailarinas—. En el mercado de la moda infantil otros como DKNY, Armani, Kenzo, Ralph Lauren o Tommy Hilfiger hace tiempo que encontraron su hueco ofertando una línea propia. Aunque de edades cortas, ellos también son tendencia. Incluso si ni si quiera saben hablar, como es el caso de Carlota, la hija de los duques de Cambridge. Cada vez que su madre, Kate, publica una fotografía de la princesa, alguna marca de ropa se queda sin existencias del vestido de turno que luzca la niña.
Quizá los nombres de Blue Ivy, North, Harper o Suri no digan nada si no va acompañados del de sus padres: Beyoncé y Jay-Z, Kim Kardashian y Kanye West, Victoria y David Beckham, Katie Holmes y Tom Cruise. No hay duda de que les han inculcado un cierto placer por la moda; presumen de armarios inmensos y de prendas caras que ni de lejos responden a la lógica de que menos tela es igual a menos coste. Desde que vinieron al mundo han sido objetivo de paparazis y carne de redes sociales. Y aunque no se sabe si eligen sus propios modelos o lo hacen sus progenitores por ellos —incluso si tienen o no asesores personales—, es difícil huir del destino que marca el hecho de nacer en una cuna de lentejuelas, tul y cachemir.
Beyoncé reinó, con el consenso de todos, el pasado fin de semana sobre el escenario de los premios MTV, pero la corona —literalmente— la lució su hija en la alfombra roja. Blue Ivy tan solo tiene 4 años y ya ha generado más titulares que muchos de los asistentes a la gala musical. Y la culpa la tiene un vestido de casi 10.000 euros, firmado por Mischka Aoki, una marca de lujo para niños, y compuesto por un body metalizado y una falda asimétrica de tul con una larga cola. La hija de Jay-Z protagonizó, además, otra de las anécdotas de la noche: agobiada por los focos, le pidió a su madre que se marcharan del photocall gesticulando como una auténtica diva. Y su madre, por supuesto, cedió.
La obsesión de Kim Kardashian por la perfección le condujo a contratar un estilista, peluqueros y servicio de manicura para su hija, North West, de 3 años. En total, 4.500 euros mensuales, que se suman a los casi 900.000 en los que está valorado su armario, según publicó Live&Style el pasado junio. Un guardarropía que aloja pequeños tesoros en forma de bolsos de Hermès, cazadoras de cuero de Ralph Lauren, chaquetas de Balmain diseñadas para ella en exclusiva por Olivier Rousteig y vestidos de Stella McCartney, entre otros. En esa misma revista, Kardashian reveló que el verdadero capricho de North son los accesorios: “A ella le encantan los collares, sobre todo las gargantillas. Y le encanta ir conjuntada con su madre”, afirmó la celebridad. Aún en brazos de su madre, han sido múltiples las ocasiones en las que ambas han llevado la misma ropa en distintas tallas o han coincidido con prendas del mismo color.
La conjunción estilística madre-hija es todo un clásico que llevan una década poniendo en práctica Katie Holmes y Suri Cruise. La hija de la expareja de actores es una auténtica fashion victim algo precoz: a los tres años se apuntó a la moda de los tacones y el maquillaje, sin que nadie se lo impidiera. En sus 10 años de vida, Suri ya ha despedido a su profesora de guitarra, ha conocido a Hillary Clinton, se ha sentado en la primera fila de los premios Kid’s Choice de este año y ha protagonizado junto a sus padres la portada del segundo número más vendido de la revista Vanity Fair. La excentricidad es algo que llevan implícito los genes Holmes-Cruise.
Quedan años para saber si estas promesas de la moda escapan o no del influjo de sus padres, pero las empresas tendrán que permanecer de momento muy atentas para complacer sus armarios. Porque, al menos hasta que crezcan y tomen sus propias decisiones, estos polluelos ya fabrican huevos de oro.
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