Primer año sin Toro de la Vega
Hace un año, igual que hace dos, y cinco, las redes sociales y los medios de comunicación ya estarían mostrando la repulsión de muchos ciudadanos por aquella brutalidad llamada Toro de la Vega. El trabajo conjunto del movimiento animalista, sin nombres propios, y el apoyo de gran parte de la sociedad lograron poner fin a un espectáculo atroz con siglos tras de sí. Claro que es posible. Y cualquier forma de tauromaquia —sea un toro embolado, ensogado, correbous, becerradas o novilladas— no debe tener cabida en esta época, porque es violencia con animales, con niños (dicho por la ONU) y muerte de seres humanos también. No era un sueño el fin del toro alanceado en Tordesillas. La abolición de la tauromaquia también puede ser una realidad. De nosotros depende.— Julio Ortega. Barcelona.
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