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MIRADOR
Columna
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El pichón

Rivera ya había demostrado su ingenuidad en su acuerdo con Pedro Sánchez, y lo ha vuelto a hacer con Rajoy

Julio Llamazares
Mariano Rajoy y Albert Rivera al inicio de la reunión que mantuvieron el pasado día 18 en el Congreso.
Mariano Rajoy y Albert Rivera al inicio de la reunión que mantuvieron el pasado día 18 en el Congreso.Chema Moya (EFE)

En el argot ajedrecístico se conoce como pichón al jugador falto de experiencia, presa fácil de sus competidores. Parece que a Albert Rivera, el joven líder de Ciudadanos, le llaman también así los suyos, imagino que por igual motivo.

La negociación que pretende llevar a cabo con ese buitre viejo que es el incombustible Rajoy confirma ese pensamiento y le hace merecedor del apodo, por inocente y falto de toda malicia. Las seis condiciones que ha puesto para apoyar a aquel en su investidura las hubiera aceptado cualquiera, hasta un Bárcenas que volviera al PP. ¿Quién no va a estar de acuerdo con que los imputados no ocupen cargos públicos, con que se termine con los aforamientos, con que se cree una comisión que investigue la financiación ilegal del PP, con que se terminen los indultos a condenados por corrupción, con limitar los mandatos de los presidentes del Gobierno a ocho años o dos legislaturas y hasta con la reforma de la ley electoral? Yo digo que sí ahora y ya veremos le debió de decir Rajoy mirándolo con ternura. El pichón ha tragado el trigo, se felicitarían los dirigentes del PP en sus lugares de vacaciones. Son muchos cargos los que hay en juego.

Hay que decir que Rivera ya había demostrado su ingenuidad en su acuerdo con Pedro Sánchez, el líder de los socialistas, para la investidura de este tras las primeras elecciones. Las condiciones que puso entonces eran tan intrascendentes que Pedro Sánchez se las aceptó al minuto. El acuerdo finalmente no valió, pues ni el PP ni Podemos facilitaron la investidura de Pedro Sánchez con su abstención como ahora exige el primero a los socialistas, pero a Rivera le costó un montón de votos en las siguientes elecciones, se supone que de exvotantes del PP que le habían dado su apoyo asqueados de la corrupción de este partido, pero que regresaron a él al ver que el pichón se daba el pico con el enemigo. Algo que también podría sucederle ahora, sólo que por el ala opuesta, si finalmente la investidura de Rajoy no prospera. Después de asegurar una y mil veces que jamás apoyaría un Gobierno presidido por Rajoy, el cambio de opinión es muy difícil de justificar.

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Y es una pena. Si España necesita algo es un partido conservador moderno, sin rastro de autoritarismo y limpio de corrupción, y eso es lo que representa Ciudadanos. Un partido surgido de la nada y capitaneado por gente nueva cuya ingenuidad y falta de experiencia les ha llevado a conformarse con unas migajas cuando podían haber obligado a Rajoy a lo que quisieran. Comenzando por pedirles perdón por llamar pichón a su líder.

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