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El guardián de la tradición

Leandre escorsell

FORJAS DEL Salnés de Rodri Méndez vive del mar y en el mar: este enólogo recoge el oficio de su tío Gerardo y desarrolla una sensibilidad y pasión únicas, siempre a la búsqueda del viñedo y la uva singulares. He vivido y compartido esa pasión, desde los albariños imprescindibles de la señora Lola (hoy Leirana Finca Genoveva) hasta las tintas femias del Morrazo, que son las mismas que los caíños del Salnés: vinos tintos fragantes, de suave extracción, frescos y salinos, de una transparencia que invita a sumergirse en el océano. Corazón de picotas y umbría, fresas y laurel, pimienta roja y un zurrón lleno de sabores antiguos. Es un vino que borra las huellas del camino, de trago fácil, penetrante como el ojo del cernícalo, discreto y crujiente. Tiene el punto rústico y elegante del paso de la perdiz. Humedad y seducción ofrecen la uva y el vino. Méndez tiene, además, el valor y la intuición de los pioneros.

Bodegas Forjas del Salnés, Goliardo Caíño 2013. DO Rías Baixas, con 12% de alcohol. El vino de Rodri Méndez (con la colaboración de Raúl Pérez) es un tinto de mar: caíño del Salnés, despalillado y fermentado en acero. Pasa 12 meses en barrica de roble francés y un año en botella. Precio:

24 euros aproximadamente.

Sensaciones. Rodri Méndez y su comilitón Raúl Pérez, goliardos hasta el tuétano, parecen clérigos (barba y bigotes poblados), pero son estudiantes, devotos de Baco y de su tradición: cuando hacer buen vino significa beber para compartir.

A través del cristal. Esterilla de India & Pacific. Decantador y copa de Cristal de Sèvres. Copa con tallo negro de Riedel.

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