El salto decisivo
El puente sobre el río Soca, en la localidad eslovena de Kanal, es la estampa veraniega de los que disfrutan con el riesgo
Unos 17 metros más abajo le esperan las aguas a este jovencísimo participante de una competición de salto sobre el río Soca, en Eslovenia. La imagen tomada por el fotógrafo desde el puente que cruza este río en la localidad de Kanal —uno de esos pueblos que las agencias de viaje y webs venden como “de cuento” para los visitantes— ha clavado el instante en que el chaval parece un ángel con las alas extendidas. Aunque la gravedad acabará por cumplir su función, su cuerpo, por un momento, parece levitar por encima de este arroyo alpino, que salta entre desfiladeros hasta morir en la vecina Italia. Mientras el muchacho inclina un poco la cabeza, mirando hacia abajo, para calcular dónde y cómo entrará en el agua, el público asiste, seguro que con admiración y un pellizco en el estómago, al salto decisivo, ese que puede darle la gloria del triunfo. Sin embargo, uno no deja de pensar también qué ocurriría si el desafío saliera mal.
Esta foto veraniega recuerda a tantos sitios en los que se repite la escena, y que muchos lectores seguro que han presenciado. Sin ir más lejos, los chicos que juegan y gritan mientras se lanzan desde el puente romano de Cangas de Onís (Asturias).
Es significativo en la historia de la fotografía ese interés por evitar el agua con un salto, como en la celebérrima foto de Cartier-Bresson —ejemplo de su “instante decisivo”—, o de zambullirse en ella, como en esta ocasión. La relación entre la fotografía y el agua es el misterio de no saber cómo acabará el asunto, es parte de la magia del arte de la imagen, la de imaginar qué sucederá en el segundo siguiente y qué ocurrirá más allá de los estrechos márgenes del papel.
Lo que sí vemos más allá del elegante saltador, mostrado en esta preciosa foto, es la belleza de las casas de colores pastel de Kanal y de su paisaje de valles verdes. Un lugar nevado en invierno, cuando los cientos de turistas y curiosos que ahora descargan un poquito de adrenalina sin moverse de su sitio vuelvan a sus rutinas del resto del año, dejen tranquilos a los 6.000 habitantes del pueblo y el ángel flotante de la foto vuelva a caminar sobre la tierra.
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