Ser ‘influencer’

¡Hola! Soy una influencer de las buenas, no como esos petardos que lo quieren ser. Tengo 850K en insta, y cada vez que subo un post me ponen 20.000 likes y mazo comentarios en plan: fotaza, ganazas, wapísima… hasta emojis con ojitos de amor. Bueno, puede que algunos de mis followers vivan cerca de Shanghái, pero las que dicen que compro seguidores son unas envidiosas que solo pueden presumir de engagement. Sin más.

Mi día empieza delante de un bol (llámenlo ramen, please) porque mi cuenta es superhealthy. Avena con frutitas y yogur. Le hago una foto, le pongo un par de hashtags en plan #breakfast #summer #pornfood y lo tiro a la basura. Me hago un mollete con tulipán y chorizo. #¡delicious! (esto no lo pongo, ¿eh?).

Luego me maquillo y aprovecho para hacerme un par de tutoriales. A 2.000 del ala por post, cualquiera se quitaría las legañas. ¿A que sí?

Elijo mi primer outfit. Outfit es la ropa: un vestido (300 eurazos la foto) + unas sandalias (otros 300) con un bolsito de marca que pillé en una web donde también vendo los regalos. Reciclaje total.

Me voy a la academia, aunque me manejo con #summer para todo y #aboutlastnight para la foto del pedo de la noche anterior. Tampoco hace falta más. A la hora de comer rescato una fotito de cuando estuve en Santo Domingo invitada por una marca de ron: #tbt #ronlover #summer, je je. Lo de Santo Domingo moló mazo. Y fueron 15.000. ¡Uy! ¡Casi pongo #15.000! Ay que me despisto. No sé como la gente puede querer ser influencer. Con lo duro que es…