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Coco Chanel a través de sus lecturas

La literatura más clásica, la poesía y la relación de la diseñadora con los escritores de la época marcaron su personalidad y gusto estético

Retrato de Gabrielle Chanel de julio de 1962.
Retrato de Gabrielle Chanel de julio de 1962.Douglas Kirkland Collection

"Los libros han sido mis mejores amigos”, le confesó en una ocasión Coco Chanel a su amigo Paul Morand. La biblioteca de Chanel, además de descubrir a una ávida lectora, adquiere un peso relevante en la forja de su personalidad y gusto estético. Del 17 de septiembre y hasta el 8 de enero de 2017, Ca’Pesaro International Gallery of Modern Art en Venecia acoge la exposición La mujer que lee, dedicada a desvelar nuevas facetas de la inagotable biografía de Coco Chanel. En esta séptima entrega del ambicioso proyecto Culture Chanel, concebido por el experimentado comisario Jean-Louis Froment, se aborda la personalidad de la diseñadora desde una perspectiva inédita: a través de su relación con los libros y la lectura.

La diseñadora Coco Chanel, en 1964 frente a su biblioteca. foto:
La diseñadora Coco Chanel, en 1964 frente a su biblioteca. foto:Henri Cartier Bresson

Sófocles, Shakespeare, Baudelaire, Rilke, Proust, Claudel, Apollinaire, Cervantes y Mallarmé son algunos de los autores que ocuparon un lugar importante en su librería del número 31 de la Rue Cambon de París y que educaron su gusto por lo clásico. Sus lecturas le permitieron viajar en el tiempo y establecer un rico diálogo a través de diferentes épocas. “La vida que llevamos siempre cuenta poco, la vida con la que soñamos, esa es la existencia que importa porque continuará más allá de la muerte”, reza la nota escrita de puño y letra por Gabrielle Chanel (Saumur, 1883 - París, 1971) que abre la exposición. Por primera vez se muestran algunos objetos personales de la diseñadora junto a joyas y perfumes; libros, dedicatorias, fotografías y obras de arte conforman las 350 piezas que ayudan a esbozar el retrato de la Coco Chanel lectora.

Fue la poesía y su relación con los poetas de la época el eslabón principal que le permitió crear una conexión directa entre el mundo de la literatura y de la moda. Las amistades que estableció con Jean Cocteau, Max Jacob y Pierre Reverdy fueron relevantes en la construcción de su imaginario. La amistad con Cocteau fue muy fructífera e ilustra bien las sinergias que se crearon entre estos dos universos. Chanel diseñó el vestuario de varias de las piezas teatrales en las que participaba el poeta y artista, entre ellas el ballet Blue Train de Diaghilev, que contó también con la colaboración de Picasso. Por su parte, Cocteau bocetó algunos de los diseños de Chanel para revistas internacionales.

Retrato de Gabrielle Chanel, realizado por Horst P. Horst en 1937.
Retrato de Gabrielle Chanel, realizado por Horst P. Horst en 1937.HORST P. HORST (©Condé Nast/Corbis/Collection Patrimoine)

La muestra explora con profundidad los vínculos de la diseñadora con personajes que de alguna manera le ayudaron a moldear esa visión eterna de la belleza y la moda que creó y que sigue influyendo hasta nuestros días. Desde su amistad con Misia Sert, la puerta de entrada al mundillo artístico de la época, pasando por su relación con el movimiento dadaísta en París. Impulsada por Tristan Tzara y Francis Picabia, la exposición establece una interesante analogía entre los flyers Dada y la revolucionaria estética de su primer perfume, el No5 lanzado en 1921.

El romance de la diseñadora con el inglés Boy Capel merece un capítulo a parte. Apasionado de la literatura, el empresario compartió su afición con ella. La muestra expone por primera vez un cuaderno en el que Capel anotaba citas e impresiones sobre sus lecturas. Además, la relación que mantuvieron durante 12 años inspiró el libro Lewis and Irène, de Paul Morand. Después de su trágica muerte por accidente en 1919, Gabrielle Chanel guardó como si fueran auténticos tesoros sus libros. Leerlos fue una forma de recordarle y estar cerca de él. Es en esa época cuando Misia y José María Sert se la llevan de viaje a Venecia por primera vez y se convierten en partícipes del flechazo entre la diseñadora y la ciudad italiana que acoge ahora la exposición.

Después de Moscú en 2007, Shanghái y Pekín en 2011, Cantón y París en 2003 y Seúl en 2014, Jean-Louis Froment y su Culture Chanel recalan en Venecia. Prendada por la belleza de su arquitectura, Coco Chanel trasladó a su apartamento parisino su estética suntuosa y barroca que expandió luego a sus joyas y a los bordados con hilo dorado de alguno de sus vestidos. La muestra se completa con una selección de piezas de Karl Lagerfeld, actual diseñador de la firma francesa, que, al igual que los libros, hablan del legado que Chanel dejó: la pureza de líneas, su gusto por el clasicismo, su atracción por el barroco y su amor por Rusia y los dorados de Venecia.

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