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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Peligroso tacticismo

Rajoy debe activar el proceso y todos deben pactar cuanto antes la investidura

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante la reunión mantenida en el Congreso el 13 de julio de 2016.
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante la reunión mantenida en el Congreso el 13 de julio de 2016.Emilio Naranjo (EFE)

Concluida la ronda de contactos con los líderes de otros partidos, Mariano Rajoy ha eludido un pronunciamiento inequívoco sobre su disponibilidad para la investidura. A estas alturas, y tras una repetición de elecciones, mostrarse interesado en ir a la votación parlamentaria solo si de antemano a la propia designación como candidato se obtienen garantías de éxito resulta de todo punto inaceptable.

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Rajoy no puede amagar con faltar de nuevo a sus deberes. Contra toda lógica, los fantasmas de la inestabilidad y del mantenimiento sine die de la interinidad política vuelven a recorrer España. Para evitar ese peligroso escenario, que impediría que España pudiera tomar decisiones cruciales en los plazos exigidos por las instituciones europeas —hablamos de la aprobación del techo de gasto presupuestario—, es imperativo que Rajoy ponga fecha a su investidura y se asegure, con una negociación política, el mayor respaldo posible.

Lo que Rajoy no puede pretender es una mera adhesión a sus planteamientos: debe trabajarse a fondo un pacto de legislatura o de gobierno. Resulta incomprensible que el candidato del Partido Popular a La Moncloa siga sin designar negociadores y se haya limitado a establecer contactos personales con los líderes de las otras fuerzas políticas. Que en el tiempo transcurrido desde las elecciones no haya conseguido ni un compromiso que acerque sus 137 escaños a los 176 necesarios para lograr la investidura en primera votación prueba que lo que Rajoy necesita es pasar cuanto antes de las conversaciones a las negociaciones. Por el momento, el PP ha puesto encima de la mesa un documento de propuestas que se pierde en enunciados generales sobre un pacto por el empleo y el crecimiento económico, la rebaja de impuestos, la educación, la reducción de aforamientos, el fortalecimiento institucional o una sanidad “moderna”, puntos en gran parte inspirados en el programa del PP.

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Dangerous tactics

Los tribunos que han ido entrevistándose con el inquilino de La Moncloa parecen cerrarle el camino de la reelección, si bien conviene distinguir lo que dicen de cómo lo dicen. El socialista Pedro Sánchez se mantiene en el no, pero matiza que esa es la posición “a día de hoy”, dando a entender que todo depende de una negociación en la que —absurda contradicción— dice que no está dispuesto a participar. Y trata de devolver a Albert Rivera la presión que el presidente de Ciudadanos le colocó tras su reunión con Rajoy. También absurdo. A su vez, Rivera confirma la abstención de su grupo en la segunda votación de investidura: modifica la postura contraria a la continuidad de Rajoy pero limita su voluntad de apoyo a la de poner en marcha un Gobierno. Rivera da un paso suficiente para la gobernabilidad del país pero insuficiente para un partido que se propone regenerar España.

En interés de nuestro país, es necesario que todos se olviden de tacticismos mediocres, de desgastar al contrario cuando, en realidad, están desgastando a la sociedad y al sistema democrático. Es necesario que todos eviten la tentación de jugar con el calendario, que asuman su responsabilidad. Es necesario que Rajoy active cuanto antes los plazos y que los demás pacten una rápida y exitosa investidura.

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