La alta costura revisita los clásicos
Dior sorprende con una colección marcada por un juego de contrastes, mientras Schiaparelli vuelve al mundo del circo
La alta costura es la primera división de la moda, pero también algo parecido a un monumento nacional, parte integrante de ese “capital simbólico” de un país sobre el que teorizó Pierre Bourdieu. Tras su primer calentamiento de este domingo, París ha dado este lunes el arranque definitivo a su semana de la alta costura, último vestigio de una industria centenaria y construida a partir del trabajo artesano y la confección a medida. Aparecida a finales del siglo XIX, la practicaron cerca de 80 marcas hasta la posguerra europea y la exitosa irrupción del prêt-à-porter. Hoy solo quedan una docena de maisons capaces de cumplir las estrictas condiciones para obtener esa denominación, protegida jurídicamente por el Estado francés: tener base en París, diseñar piezas originales en talleres propios, contar con una plantilla de 20 empleados como mínimo y comprometerse a presentar dos colecciones al año de 25 modelos o más.
Una marca histórica como Dior ha abierto hoy el baile con su nueva colección de alta costura para el próximo otoño-invierno, la cuarta que diseña la pareja formada por Lucie Meier y Serge Ruffieux, directores transitorios del equipo creativo de la marca desde el adiós de Raf Simons el pasado otoño. En principio, tendría que ser también la última, ante los insistentes rumores que apuntan a un nombramiento inminente de Maria Grazia Chiuri, una de las mitades del celebrado tándem al frente de Valentino. A la espera de un nombramiento oficial, la maison ha seguido escudándose en su patrimonio, a través de un desfile presentado en su sede en el número 30 de la avenue Montaigne, donde Christian Dior presentó su primera colección en 1947, que sigue albergando las oficinas y los ateliers de la histórica marca parisina.
Como ya fue el caso en enero pasado, Meier y Ruffieux estructuraron su colección en torno al mítico tailleur bar, piedra fundacional del llamado new look con el que Dior revolucionó la moda de la posguerra: una chaqueta pegada al cuerpo que minimizaba la cintura y acentuaba las curvas y una falda holgada hasta debajo de la rodilla, que cubría los muslos pero, a la vez, permitía un movimiento más libre. La nueva colección sigue sometiendo ese histórico modelo a siluetas novedosas e introduce tejidos plisados, telas cruzadas y materiales como la seda, el tweed, la organza, el crêpe de lana o el astracán.
Los nuevos modelos están construidos a partir de un juego de contrastes, buscando un equilibrio casi imposible entre masculinidad y feminidad, tradición y modernidad. Y, a nivel cromático, un diálogo constante entre blanco y negro, los dos colores favoritos del fundador de la marca. Entre las referencias citadas, aparecieron los monocromos de Picasso y las fotografías de Horst P. Horst e Irving Penn. Esa silueta de jolie fille en blanco y negro solo queda interrumpida por algunos toques de dorado, que aportan bordados esculturales que podrían pasar por joyas, inspirados en las compresiones de César y las formas amorfas del art brut. Brochazos de oro se reproducían en las paredes blancas del atelier, mientras sonaba The Chauffeur en el original ochentero de Duran Duran, pero también en una versión para quinteto de cuerda, subrayando así la ambivalencia de la colección. Entre el público, se encontraban Marion Cotillard, Celine Dion, Laetitia Casta, Olivia Palermo y el músico Johnny Hallyday.
Por su parte, el diseñador de Schiaparelli, Bertrand Guyon, también se ha inspirado en los archivos de la marca para presentar su nueva colección, un homenaje a la colección Circus que la fundadora de esta resucitada firma presentó en 1938. Mujeres que simulaban ser arlequines y trapecistas vistieron modelos de hombreras pronunciadas, que parecían debatirse entre los años cuarenta y los ochenta. Estampados coloristas y bordados de mariposas, repletos de transparencias y drapeados, convivieron con vestidos de inspiración cubista y surrealista, explotando la conocida vinculación de la marca respecto a las vanguardias y la genial excentricidad de su fundadora. Seda lamé y brocados terciopelo destacaron entre los materiales utilizados. “Una langosta gigante se convierte en vestido de noche, un zapato en sombrero y Dios sabe qué formas osarán tomar los botones. Pero estaba bien, porque es moda. Y la moda siempre tiene razón. Una razón profunda, de la que quienes la crean y quienes la siguen no siempre son conscientes”, dejó dicho el mismísimo Dior sobre su camarada.
Vetements presenta 17 colaboraciones con otras marcas
El calendario oficial de la semana de la alta costura de París quedó abierto el domingo por la noche con el nuevo desfile de Vetements, marca colectiva surgida del underground parisino y convertida en sensación internacional. Especialmente, desde que uno de sus diseñadores, Demna Gvasalia, fue escogido como nuevo director artístico de Balenciaga el pasado otoño. Vetements ha apostado por presentar sus colecciones de prêt-à-porter en el marco de la semana de la alta costura para alargar la vida comercial de sus prendas. Su nueva colección comprende 17 colaboraciones con marcas asequibles como Levi's, Schott, Reebok, Eastpak, Dr Martens y Carhartt, además de hacerlo con otras de mayor pedigrí como Brioni, Comme des Garçons y Manolo Blahnik. Pese a esa proliferación de nombres, Vetements se mantuvo fiel a su peculiar identidad con una propuesta extragrande, desgarbada y unisex. Los estampados florales conviven con los chándales de inspiración ochentera, y los trajes de dimensiones asimétricas con el llamado canadian tuxedo (o vaquero de cabeza a pies).
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