El motor de país sin nombre
El único resultado claro que puede verse en estas elecciones reside en que la vitalidad española tan solo existe como un elemento más de su mito. Lo tangente es que el egoísmo, la intolerancia y los prejuicios definen al auténtico motor de un país sin nombre, por más banderas que quieran imponerle. El día que el nacionalismo no sea un titular, la desigualdad el escenario, y la deshonestidad el discurso, aprenderemos lo que significa realmente democracia.— Carmela González-Alorda. Barcelona.
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