Dos arquitectos y un León de Oro
Este es un dúo temporal, casi casual, que, sin embargo, ha culminado en éxito. El gallego Carlos Quintáns (1962) hace arquitectura más para las manos que para los ojos. Profesor de construcción en la Escuela de A Coruña, es más partidario de la contención que del impacto. Y de los edificios le interesa tanto cómo envejecen como cuánto cuestan. Su pareja efímera, el madrileño Iñaqui Carnicero (1973), es uno de los talentosos proyectistas españoles que la crisis, y una buena formación, ha puesto a dar vueltas por el mundo. Hoy da clases en la Universidad de Cornell, al norte del Estado de Nueva York. “Iñaqui representa al mundo y yo al pueblo”, bromea Quintáns.
Los dos creen que ha sido la suma de coincidencias y diferencias lo que ha hecho posible que su trabajo como comisarios del Pabellón Español en la XV Bienal de Arquitectura de Venecia se haya hecho con el León de Oro.
Quintáns y Carnicero no se buscaron. El Ministerio de Fomento decidió juntar sus propuestas para construir un pabellón plural. Más que diagnosticar que la arquitectura debe cambiar de prioridades, quisieron mostrar cómo los 55 proyectistas españoles expuestos lo están haciendo ya. “De reparar a restaurar y de reciclar a reorganizar el vocabulario de la arquitectura actual empieza por re”, explican. Su primer cambio fue una convocatoria insólita y ejemplar: abierta a quien quisiera presentar proyectos construidos con pocos medios. Su diseño austero, ingenioso y económico del montaje de la exposición también anuncia nuevas prioridades. ¿El resultado? Un León de Oro para la arquitectura española.
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