Desorden y retroceso
Me parece fatal que la gente haga su vida. Soy tan de esta ingrata forma que si un semáforo se pone rojo sin consultarme, puedo negarme a volver a cruzar esa calle
Dice Amber Heard (30 primaveras) que se divorcia de Johnny Depp (52 otoños), entre otras cosas, porque ya no se parece al que ella conocía. El actor, como muchos otros, se ha esforzado tanto en volver a ser el que era que ha acabado no solo no recordando al de antaño, sino tampoco al de hoy. Pensando en todo esto cometí un error fatal: me miré en el espejo. Y entonces me acordé de una cosa a la que jugaba cuando era adolescente. Se trata de mirarse en la cornucopia y pensar, mucho y fuerte, que la persona que se refleja no eres tú. Lo conseguía. ¿Así me ven los demás?, pensaba. Y lloraba.
Al crecer descubrí que era invisible y dejé de jugar. ¿Quién me devuelve a mí todas esas lágrimas? En fin, que recuperé el juego. Me concentré como solo hago ante el primer episodio de cada temporada de Juego de tronos. Desaparecí. Entonces, se reflejó en él un amigo que se va a vivir lejos. Lloré, y le pregunté inductivamente si estaba seguro de irse. Me parece fatal que se tomen decisiones sin mi permiso, más las personas que asocio a mi llegada a Madrid y, como tontorrón que soy, sin las cuales no puedo imaginar mi vida aquí. Soy tan de esta ingrata forma que si un semáforo se pone rojo sin consultarme antes, puedo negarme a volver a cruzar por aquella calle. Dejé de pensar en mí y volví a aparecer en el espejo. Mierda, ya casi lo había convencido, pensé, perfeccionando el noble arte del autoengaño. Me parece fatal que la gente haga su vida, especialmente si se ha metido en la tuya hasta el espejo. Buen viaje.
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