Una revolución conceptual

María Luz Morales preside la mesa en la conferencia de Blanco Amor en el Centro Gallego de Barcelona el 30 de diciembre de 1933. / Archivo Pérez de Rozas

Por PATRÍCIA SOLEY-BELTRAN

Cuando Amelia Castilla, redactora jefa de El País Semanal, me invitó a contribuir al especial Mujeres de noviembre del 2015, tuve claro que estaba ante una oportunidad de oro para ejercer una de mis pasiones: la divulgación. Mi carrera y mi doctorado lo financiaron los contribuyentes británicos -a quienes estaré eternamente agradecida- y sé lo que es trabajar muy duro por un sueldo muy bajo. Lo que aprendí en las universidades me cambió la vida. Por ello, siempre he considerado la difusión de pensamiento académico como una responsabilidad social. Publico regularmente en revistas académicas y divulgativas desde 1995, el año final de mi licenciatura.

A pesar de saberme entre las autoras de un medio de comunicación de tanto impacto como es EL PAÍS, me pregunté quién me iba -nos iba- a leer. Me indigna pensar que las publicaciones específicas sobre mujeres son necesarias, precisamente, porque se tiende a percibirnos como un grupo particular no generalizable al ‘resto’ de la sociedad. El propio marco conceptual de nuestra cultura es androcéntrico, pues considera como sujeto central de la humanidad a un ser masculino idealizado. Quise que mi artículo contribuyera a alterar esta percepción y lo titulé Política eres tú. ¿Cómo hacerlo? En mi experiencia docente, he comprobado repetidamente que el concepto de ‘género’ se malentiende a menudo como sinónimo de ‘mujeres’. Más allá de cualquier ideología, el ‘género’ es una herramienta de análisis imprescindible en las ciencias sociales, pero la confusión pone de relieve que se desconoce su significado técnico y sus aplicaciones. Por ello, me propuse mostrar cómo la perspectiva de género altera radicalmente el propio concepto de ‘política’. Lo amplia, lo refina y mejora su eficiencia analítica para comprender la realidad social.

Si conseguía explicar esto de forma amena, clara y breve, podía darme por satisfecha. Decidí partir de dos ejemplos históricos en España y Rusia, que ilustraban la relación entre justicia social y política. La estructura del texto responde a las preguntas: ¿qué olvida la historia cuando no enfoca a las mujeres? ¿Existe una forma específicamente femenina de hacer política? ¿Por qué el propio concepto de política, tal como generalmente se entiende, deja fuera de foco las aportaciones de las mujeres? ¿Cómo modificar esa visión deformada? ¿Qué beneficios sociales aporta un cambio de paradigma? Me quedé satisfecha con el resultado. Son tantos y tan bien conocidos los errores cometidos en los siglos XIX y XX, que sería imperdonable repetirlos en el XXI. Con un cambio de paradigma vamos a salir ganando todas, todas las personas. En nuestras manos está.

La iniciativa del Observatorio Cultural de Género, capitaneado por M. Ángeles Cabré, de recuperar la figura de María Luz Morales y organizar el I Premio María Luz Morales de Periodismo, me pareció un acto de empoderamiento digno de encomio. Conseguir involucrar a dos agentes sociales potentes, como la Obra Social de La Caixa y La Vanguardia, es un indudable logro, compartido con la dirección y destacados colaboradores de estas entidades. Me presenté al Premio. Ser convocada como finalista a la ceremonia de entrega me complació enormemente, pues sé que muchas autoras de gran valía llevan tiempo escribiendo sobre igualdad. Durante el acto, se proyectó un fragmento de un documental sobre la periodista María Luz Morales que me conmovió: había frecuentado las mismas calles donde yo crecí, acudía al Ateneo Barcelonés y al Centro Francesca Bonnemaison, instituciones que me son cercanas, sufrió represalias graves durante el franquismo: fue silenciada y encerrada. A pesar de todo ello, siempre trató de dar una visión diferente desde todos los ámbitos, incluida la revista Hogar y Moda que dirigió y en la que yo trabajé como modelo años después.

Ganar el primer premio con Política eres tú me alegró lo indecible. Nunca olvidaré la sutil sonrisa cómplice de la mesa presidencial cuando el presentador leyó algunos llamativos párrafos del texto. Ser considerada como un referente del periodismo con perspectiva de género es una responsabilidad que asumo con orgullo y que prometo seguir honrando con rigor. Me emocioné al pronunciar unas palabras de agradecimiento. Fue testigo el público asistente a la ceremonia de entrega. Por suerte, ninguna cámara lo inmortalizó. No es necesario. Lo necesario es avanzar en la revolución conceptual.