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Mi gran boda 'indie'

Bárbara y Michelle, en el altar-columpio durante la ceremonia.
Bárbara y Michelle, en el altar-columpio durante la ceremonia.Leafhopper Weddings

En 2007, la arquitecta venezolana Keyla Díaz González preparaba su boda en Madrid. Tenía una larga lista de ideas para que la jornada fuese única. Pero no pudo ser. La suya fue, a su pesar, una “boda en serie”. “Imposible salirse del abc. El vestido, el salón de boda, el menú, las invitaciones… Apenas había margen para la creatividad. Cuando preguntaba si podía utilizar otro mantel o cambiar las sillas, me miraban con desconcierto”, recuerda. Lo más revolucionario de la celebración fueron las pashminas que regaló a las invitadas.

El 14 de febrero de 2008 –la fecha, subraya, fue casualidad– publicó el primer post de Diario de Bodas, un blog pionero en el sector nupcial español. “Al principio escribía de bodas estadounidenses porque eran las más novedosas”. Pero en 2011 “empezó a manifestarse en España un movimiento underground de enlaces en los que los novios no seguían las reglas establecidas”, motivo suficiente para fundar la revista Tendencias de Bodas y volcarse en lo que denomina “bodas con eñe”. Desde entonces, opina Díaz González, “el inmovilista sector nupcial se ha visto obligado a cambiar. Estaban acostumbrados a ejercer un control total, pero se han readaptado porque ahora muchos novios quieren personalizarlo todo”.

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En la primera imagen, centro floral diseño de Katinka y Massimo, dueños de la finca L’Avellana en Riudecols (Tarragona). En la segunda, libreta editada por una pareja para regalar a sus invitados LEAFHOPPER WEDDINGS

La wedding planner Eva Iglesias, fundadora de Bodas Colorín Colorado, afronta con entusiasmo su quinta temporada. Trabaja enlaces de todo tipo, pero su fuerte son los creativos: si unos novios le cuentan que se conocieron en un tren, ella les propone que sellen su compromiso en las vías del Museo del Ferrocarril de Madrid, y –dice con orgullo– ha salido airosa de celebraciones veganas o con temática Super Mario Bros. “Hasta hace unos años solo existían las bodas de catálogo, y si no encajabas, simplemente no te casabas. Pero, si bien los enlaces tradicionales siguen siendo mayoritarios, hoy todo es posible y eso hace que cada vez más parejas se animen a celebrar la suya ajenas al protocolo. Antes la ecuación era cuanto más gasto, mejor. Ahora, en cambio, mucha gente se casa con presupuestos más bajos y opta por las margaritas y el tomate de casa. En el pasado se buscaba impresionar; hoy, que la boda refleje la personalidad de los novios”.

El vestido nupcial es de la firma barcelonesa Immaclé.

Iglesias dejó una prometedora carrera en publicidad para dedicarse al wedding planning tras cursar un máster en Nueva York. También Belén Coca, vocalista del grupo Niña Vintage, abandonó sin remordimientos un puesto de directora creativa para dar una oportunidad a su pasión: la música. “Las actuaciones en directo cada vez están más demandadas y, en general, nos buscan novios que quieren algo especial, que nos conocen y nos cuidan. Además, nosotros ofrecemos personalizar el repertorio para que guste a todos los públicos. A las abuelas les encanta nuestra versión de María de las Mercedes”. Tras licenciarse en Comunicación Audiovisual en 2012, los valencianos Lucía Martínez y José Puchades no tardaron en aparcar su ambición de trabajar en el cine para hacerlo en bodas. En los próximos meses filmarán celebraciones en Los Ángeles, Honolulú, San Francisco, Manchester y Santorini. “Hemos de confesar que nos horrorizaban los vídeos que habíamos visto y pensamos que tenía que haber gente como nosotros a la que también le gustase el cine, la música, la fotografía, y que buscase otro tipo de grabaciones”, explica Martínez. Su empresa, Anker Prod, trabaja en España y, cada vez más, en Estados Unidos. “Los extranjeros tienen ya interiorizadas las películas como las nuestras y son un nicho clave. Un estadounidense puede gastar 4.000 dólares en un vídeo mientras un español se queda en la mitad”.

La renovación del anquilosado sector nupcial, opina Díaz González, está en deuda con estos nuevos profesionales que, “en algunos casos empujados por la crisis, han tenido que reinventarse y han aportado frescura y originalidad a las bodas”. La mera casualidad fue decisiva para los fotógrafos de Leafhopper ­Weddings Blanca Galindo y David Simón. Trabajaban (y trabajan) en publicidad y prensa, y su primera boda fue la de una conocida. Hoy han inmortalizado más de 20 matrimonios. “En nuestra profesión, el debate bodas sí-bodas no es eterno porque son muchos los que se avergüenzan, pero en estos tres años hemos comprobado que hay otra forma de celebrar”, asegura Galindo. Sus reportajes nupciales no tienen nada que ver con los convencionales. “Somos intrusos y tratamos de pasar desapercibidos. Hacemos las fotos de los novios en un momento para que se sientan cómodos y no abogamos por los posados”.

Tarta nupcial coronada por clicks que representan a la pareja, su futuro hijo y su perro.

Flor de Asoka nació en 2005 como una empresa de diseño textil. Pero de nuevo obró la casualidad y en 2011 un enlace familiar supuso un punto de inflexión y su entrada en el asesoramiento y planificación de bodas. Acaban de lanzar su propia línea de zapatos y desde 2012 venden en exclusiva en España los vestidos de novia de Laure de Sagazan, diseñadora francesa muy codiciada en las bodas modernas. Tita Guerrero, una de sus fundadoras, cree que “existe una desacralización del vestido de novia. Nuestras clientas son mujeres profesionales en torno a los 30 años, que se casan en enlaces civiles, muchas son mamás y quieren ser ellas mismas. Un porcentaje alto nos dice que no se quiere ‘ver de novia”. En el lustro que lleva inmersa en el universo nupcial, Guerrero ha detectado que “las nuevas bodas son muy lúdicas. Del mismo modo que se ha desacralizado el vestido, se ha ­desacralizado la idea del matrimonio. Es más una fiesta de amor que una boda. Dicho esto, ha cambiado la forma, pero la gente se casa igual. Esto se ha inventado para dar respuesta a la gente que quiere casarse a su manera”.

Puestos de limonada, farolillos de feria, pizarras, fardos, gastronetas, polaroids… Las bodas modernas, indies o hipsters –responden a varias denominaciones– surgieron como un revulsivo a las celebraciones clásicas, pero tanto Iglesias como Díaz González coinciden en que la influencia de redes sociales y blogs hace que esa reivindicada originalidad sea cada vez más escurridiza. “Hoy las bodas son muy personalizables, pero se da el fenómeno de la novia Pinterest que viene con muchas ideas para copiar”, precisa Iglesias. Y una de sus tareas como wedding planner consiste en convencerlas para organizar una celebración única. Los límites, insiste, solo deben ser la imaginación y el presupuesto. “Hay mucha confusión”, advierte Díaz González. “Si bien estas bodas son más sencillas y suelen tener menos invitados que las clásicas, no son necesariamente baratas y pueden incluso exigir más dedicación porque muchos detalles que antes se compraban ahora se hacen a mano”.

El novio eligió un traje de Sandro Paris.pulsa en la fotoEl novio eligió un traje de Sandro Paris.

En el principio de toda neoboda está Internet. Y también en el final. “Hoy casi siempre nos piden que las fotos salgan en blogs. Casilda se casa, Tendencias de Bodas, Querida Valentina o Telva Novias son los más solicitados”, enumera Iglesias. La exposición que ofrece Internet es clave tanto para novios como para profesionales, cuyo mercado no tiene fronteras: el 40% de los clientes de Anker Prod son extranjeros y Niña Vintage está ultimando la actuación en la boda de una pareja de Dubái que se casará en Alicante. “Quien no se muestra no vende, por eso en Tendencias de Bodas nos contactan los fotógrafos o, muchas veces, directamente las novias”, señala Díaz González. “Hoy, que todo se comparte, ¿cómo no difundir el día de tu boda? No hay que olvidar que una parte importante tiene que ver con el capricho; por ejemplo, que organicen tu boda los wedding planners de Bodas de cuento, con 129.000 seguidores en Instagram, es casi aspiracional”.

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